Décimo cuarto virrey Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gélves y conde de Priego




Décimo cuarto virrey
Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gélves y conde de Priego (Marqués de Gelves y Conde de Priego)
(1621-1624) 


 Carrillo de Mendoza llegó a la Nueva España un desventurado 21 de septiembre de 1621. Su gobierno estuvo marcado por acciones mal entendidas que propiciaron, tres años después, su salida de la Nueva España. Primero fue la destrucción del dique que contenía las aguas del río Cuautitlán e interrumpió las obras del desagüe de Huehuetoca, por considerarlas muy caras.
Tuvo un grave problema con los monopolizadores del maíz, pues prohibió que siguieran imponiendo precios y comprando todo el maíz para acaparar los derechos sobre éste. Sin embargo lo que causó su partida fue el altercado que tuvo con el arzobispo Pérez de la Serna, quien llegó al grado de excomulgarlo y proclamarse el nuevo virrey. Carrillo de Mendoza salió huyendo, disfrazado como sirviente, de su palacio incendiado y partió para España, donde lo acogió Felipe IV.
Este virrey nació en el reino de Aragón y desde muy joven sirvió en el ejército, donde se distinguió por su energía, valor e inteligencia, lo que le valió ser nombrado para el Virreinato de la Nueva España; llegó a Veracruz el 21 de septiembre de 1621 y recibió el poder hasta el 8 de abril del siguiente año, ocupándose desde luego en comprar 10,000 fanegas de maíz para repartir a las clases pobres de la capital y sus alrededores, puesto que las sequías habían hecho que se perdieran las cosechas.
Como el bandidaje en todo el territorio era terrible, el Virrey Carillo organizó una persecución activa contra los ladrones e hizo ahorcar inmediatamente a los que fueron sorprendidos en la comisión del delito. A proposición suya, el doctor Don Cristobal Hidalgo y Bandaval dió lecciones de cirugía en la Universidad de México. Mandó destruir el dique que contenía las aguas del río Cuautitlán e interrumpió las obras del desagüe de Huehuetoca, por considerarlas muy caras. Como casi todos los años, la ciudad sufrió una gran inundación que causó serias pérdidas y molestias. Como los comerciantes siempre compraban en grandes cantides el maíz para monopolizarlo e imponer precios, el virrey se opuso con energía por lo que los monopolistas lo vieron como enemigo muy odiado.
 Se produjo un grave problema después, por los abusos que cometía el arzobispo de México don Juan Perez de la Serna, tanto en lo religioso como en las actividades comerciales. El virrey lo hizo llamar para reconvenirlo, por lo que el arzobispo se sintió gravemente lastimado en su calidad religiosa y lo excomulgó. Carillo lo hizo detener y enviar a Ulúa, para remitirlo a España bajo partida. Esto originó un tumulto el 15 de enero de 1624; el pueblo enfurecido frente al Palacio, pedía la renuncia del virrey. El arzobispo, quien había logrado escapar, hizo pregonar que el marquéz de Gálves dejaba de ser virrey, que él tomaba el gobierno y nombraba capitán general al licenciado Pedro Gaviria. El virrey, con peligro de ser asesinado por el populacho enfurecido, huyó del palacio que había sido incendiado, disfrazado de sirviente, para ir a refugiarse en la iglesia de San Francisco con algunos guardias que lo seguían; allí estuvo hasta que marchó a Veracruz para embarcar hacia España, en donde fue recibido por Felipe IV que lo escuchó con atención y aprobó algunas de las medidas que tomó en contra del arzobispo rebelde, pero desaprobó otras. El Virrey Carillo Mendoza fue un gobernante recto y honrado que cuidó mucho de los gastos públicos e impidió abusos; pero sus disgustos con el arzobispo y la forma enérgica en que lo trató, hicieron que el pueblo se rebelara porque siempre éste apoyó a los religiosos y sobre todo a los frailes.

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