DEMOSTENES




Demóstenes fue posiblemente el más grande orador que el mundo haya conocido.  La tradición antigua nos ha transmitido detalles de su vida, algunos de los cuales tienen algo de leyenda, como el pretendido tartamudeo de Demóstenes, que éste habría corregido ejercitándose en hablar con un pequeño guijarro introducido en la boca.  Lo cierto es que Demóstenes a fuerza de voluntad logró superar los defectos físicos que lo afligían.

Nació en una tranquila villa situada aproximadamente a 10 km de Atenas, y con toda probabilidad en el año 384 a. de C. Su padre contaba con una fortuna considerable reunida en el ejercicio de su artesanía: poseía una fábrica de cuchillos y otra de muebles, en las qtie empleaba el trabajo de unos cincuenta esclavos.  Murió cuando su hijo no contaba más que 7 años de edad.  No olvidó, sin embargo, designar en vida tres tutores, dos de sus sobrinos y uno de sus amigos de infancia, a los que encargó administrar sus bienes.  Pero estos tutores no cumplieron con la misión que les había sido confiada, disipando gozosamente la herencia a su cargo.
Aún cuando contaba con una salud bastante precaria, Demóstenes siguió los estudios que correspondían a su situación social, convirtiéndose en un joven ateniense sumamente instruido y provisto de un carácter e inteligencia que las circunstancias no tardarían en poner a prueba.
Cuando alcanzó la mayoría de edad sus tutores tuvieron que declarar una suma hereditaria muy inferior a la reclamada por Demóstenes.  En un principio ellos trataron de llegar a una conciliación con el heredero, y las transacciones se prolongaron durante casi dos años.  Finalmente, el joven decidióse a llevar la cuestión frente a los tribunales.  El justo derecho de Demóstenes fue allí reconocido, pero la herencia había quedado reducida a muy poca cosa.  Estos dolorosos conflictos habían empujado a Demóstenes a luchar vigorosamente por sus derechos, contribuyendo al mismo tiempo a la formación de su carácter.  El largo proceso, por otra parte, incitó al joven a cultivar el arte oratorio.
En consecuencia, Demóstenes había completado en ese período su formación y elegido su vocación: sería orador y político.  Inició entonces su formación profesional como abogado, encargándose de causas privadas, dando lecciones y mezclándose en la vida política.  De acuerdo con la costumbre en vigor en Atenas el querellante debía exponer personalmente su caso, pero en la práctica era un abogado el que redactaba el alegato, que luego era leído personalmente por el interesado.  Las defensas que nos han llegado de Demóstenes se refieren a los casos más diversos, pero todas ellas presentan una exposición muy clara, y manifiestan una gran habilidad en la utilización de los argumentos, así como una verdadera profundidad psicológica.
Según una ley de Atenas, los ciudadanos de una determinada condición social estaban obligados a asumir personalmente el mando de un trirreme, y debían proceder a su costa al enrolamiento e instrucción de la tripulación.  Demóstenes que había alcanzado una situación material sumamente acomodada gracias a sus talentos de orador, no quiso substraerse de  esta ley y armó un trirreme, teniendo esta manifestación de patriotismo, por otra  parte, hábiles fines publicitarios, ya que alentaba aspiraciones políticas.  Demóstenes comenzó a destacarse rápidamente en estas actividades.  Antes de los treinta años había ya pronunciado tres discursos políticos y un discurso delante del pueblo.
Demóstenes hizo su aparición en la escena pública en un período particularmente delicado de la historia de su ciudad y de toda Grecia: un rey extranjero que había vivido largo tiempo en Tebas supo aprovechar las rivalidades y debilidades de los griegos para dominarlos.  Este gran conquistador era Filipo de Macedonia, hombre de una gran inteligencia y sin escrúpulos, a la vez prudente y audaz.  En un primer  momento se inmiscuyó en las rivalidades entre los Estados griegos, sosteniendo ora a uno ora a otro; y atacó luego resueltamente a Atenas y Tebas, que se aliaron demasiado tarde para defender su libertad común.  Demóstenes fue el jefe y animador del partido nacionalista que trató de impedir la sumisión de Grecia a Filipo.  El ideal de este gran hombre era el de hacer que Atenas reconquistara dentro del mundo helénico la supremacía que correspondía a su grandeza intelectual y artística.  Pero no tenía las aptitudes ni la influencia necesarias para aplicar sus ideas políticas, sobre todo frente a adversarios como Filipo y más tarde Alejandro, que eran grandes jefes militares. La guerra se prolongó a través de períodos de calma relativa, pero Demóstenes dióse cuenta de los peligros que representaba la continuación de la política expectante adoptada por Atenas.  Cuando Filípo en el año 351 trató de apoderarse de la par-te sur de Grecia, Demóstenes pronunció un discurso, la primera de sus feroces requisitorias contra el rey de Macedonia, que tomaron el nombre de Filípicas, término que se convirtió, en el lenguaje común, en sinónimo de toda invectiva enérgica y ardiente.  Durante ese tiempo Filipo trató de desviar la atención de los aliados, sitiando Olinto en la península Caleídica.  En tres oportunidades y a través de resonantes discursos Demóstenes trató de hacer comprender a los atenienses la necesidad de tina intervención, pero Filipo favoreció hábilmente sin levantamiento en la isla de Eubea, muy cercana a Atenas, obligando a esta ciudad a concentrar sus fuerzas. Los antagonistas encontrábanse agotados y deseaban la paz, y Demóstenes formó parte de la embajada enviada ante Filipo para entablar negociaciones.  Las tratativas fueron sin embargo frenadas por el astuto macedonio, que en el ínterin continuó las operaciones contra los aliados de Atenas, y cuando finalmente se decidió a firmar la paz había ya obtenido todo lo que deseaba.
Aprovechándose de su ventajosa situación, Filipo consolidó su posición en el Consejo de Estados griegos, mientras que Atenas considerándose lesionada en sus interese pretendía denunciar el tratado.  Demóstenes aconsejó entonces la paz a cualquier precio, pero tres años más tarde como preludio a la reanudación de las hostilidades, pronunció la tercera Filípica, espléndido llamado a la acción inmediata en defensa de la libertad.  Hacia fines del año 340 los acontecimientos se precipitaron y la guerra estalló.  Después de algunas escaramuzas sin consecuencias tuvo lugar en el 338 la batalla decisiva en Qtieronea, lo tebanos y atenienses fueron derrotados.  Atenas debió deplorar la pérdida de mil mtiertos y dos mil prisioneros y Demóstenes que  había tomado parte en la lucha participó también en la retirada.  Atenas hallábase sin embargo dispuesta a continuar luchando sin cartel, pero Filipo que preparaba una campaña contra los persas, prefirió concluir sin tratado.  El partido de los atenienses adicto al macedonia aprovechó la favorable ocasión para ataca a Demóstenes.  Se encontraron numerosos cargos con que acusarlo, pero no lograron rebajarlo ante los ojos del pueblo, que llegó a testimoniarle su estima encargándole pronunciar  la oración fúnebre de los muertos en Qtieronea.  Pero lo atacaron nuevamente y debió entonces defenderse personalmente en un discurso sublime: Por la corona.
En el año 336 murió Filipo, lo que no evitó que Atenas cayera pronto bajo el yugo de Alejandro, que hallábase decidido a consolidar la dominación macedónica.  Demóstenes después de haber manifestado ruidosamente su alegría a raíz de la muerte de Filipo, corriendo el riesgo de atraer sobre su persona la cólera de Alejandro, dio inmediatamente prueba de una prudencia más diplomática, suscitando así el descontento entre sus amigos extremistas.

En el año 324 Demóstenes fue de nuevo atacado violentamente, comprometiéndoselo en un escándalo.  Arpalos, amigo de Alejandro y ministro de finanzas macedonia, después de haber desertado con una parte de la flota y llevando una suma considerable del tesoro, solicitó en Atenas asilo político.
Cuando los macedonios exigieron que Arpalos les fuera entregado, Demóstenes decretó su detención e hizo depositar el tesoro en litigio en la Acrópolis.  Pero Arpalos huyó y el tesoro se redujo a la mitad del monto declarado en un principio.  Se extendió entonces el rumor de que alguien aviase posesionado de los talentos desaparecidos, y Demóstenes exigió que se iniciara una investigación.  El Areópago consintió la misma con una lentitud desconcertante, y cuando el informe fue publicado contenía una lista de las personas    que  habíanse beneficiado con los fondos malversados, entre las eriales figuraba Demóstenes.
Este fue entonces encarcelado, pero logró fugarse, exilándose voluntariamente. Algunos meses más tarde, en el año 323, se tuvo noticias de la repentina muerte de Alejandro.  Surgieron entonces esperanzas de poder llevar a cabo la liberación de Grecia mediante una campaña contra los micedonios comandados por Antípatro, uno de los generales de Alejandro.  Los atenienses, sin embargo, fueron derrotados después de un primer triunfo, exigiendo Antípatro una rendición incondicional y la entrega de todos aquellos que por sus acciones habían sublevado al pueblo.  Demóstenes fue condenado a muerte por contumacia y en octubre del año 322 huyó a la isla de Calauria, donde se refugió en el templo de Poseidón.  Un macedonia fue enviado en su búsqueda con un escuadrón de soldados tracios. Sin embargo, este oficial no osó violar el recinto sagrado de esos lugares consagrados al dios del mar, y gritó a Demóstenes que se rindiese, asegurándole la clemencia de Antípatro en caso de hacerlo. Desmóstenes respondióle con desprecio. Simuló la redacción de una carta a sus amigos, y llevando la pluma a su boca aspiró el veneno que en ella estaba oculto, cayendo fulminado al pie del altar.
Desmóstenes fue sepultado primero en Calauria y cuarenta años más tarde en Atenas. Se le erigió una estatua con este epitafio. "Si tu fuerza, Demóstenes, hubiera sido igual a tu genio, Grecia no habría jamás debido inclinarse ante sus vencedores"

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