Biografía de Garcilaso de la Vega




El poeta español Garcilaso de la Vega (c. 1501-1536) encarna el ideal cortesano de la época al unir en su persona al poeta y al militar. Escribió una corta producción de versos que no publicó en vida pero que ha bastado para convertirle en un maestro de la lírica amorosa y bucólica española. La trascendencia de la obra garcilasiana procede de haber introducido el verso endecasílabo en España, así como la poesía petrarquista, que no es otra cosa sino la gran poesía lírica del renacimiento.

Garcilaso de la Vega (c. 1501-1536), poeta renacentista español y uno de los mejores poetas líricos de la literatura española.
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VIDA
Nació en Toledo en el seno de una familia ilustre —su padre había sido embajador en Roma durante el reinado de los Reyes Católicos— y recibió una buena formación humanística. Muy joven entra al servicio de Carlos I y empieza a cosechar honores. Entre 1520 y 1523 es nombrado contino, es decir, miembro de la Corte, Caballero de Santiago y armado caballero. Lucha en la guerra de las Comunidades al lado del Emperador contra los comuneros, contra los turcos y contra los franceses. En 1525 se casa con Isabel de Zúñiga, dama de compañía de la hermana del Emperador por instancias de éste. En 1526 se traslada la corte a Granada y allí conoce al embajador italiano, Andrea Navagero, el cual le incita a que escriba sonetos, y también a una dama portuguesa, Isabel de Freyre, de la que se enamora sin ser correspondido.
Entre 1529 y 1530 viaja a Italia en compañía de Carlos I para que éste reciba la corona imperial de manos del papa Clemente VII. A su regreso a España, asiste a la boda de su sobrino, que no había autorizado el Emperador, por lo que sufre destierro en una isla del Danubio y de allí marcha a Nápoles, como lugarteniente del Virrey. Vive dos años interesándose por la cultura italiana y entabla amistad con el español Juan Valdés y los italianos Pietro Bembo, Bernardo Tasso, entre otros. En 1534 vuelve a España en misión diplomática y se entera de que Isabel ha muerto. Regresa afligido a Italia y es nombrado alcalde de Reggio di Calabria, cargo que abandona para incorporarse a las tropas imperiales que van a luchar contra los turcos de Barbarroja. Después Francia invade Saboya y el Emperador declara la guerra: en la campaña de Provenza, Garcilaso de la Vega es herido por una piedra al intentar escalar una fortaleza, unos días después, el 13 o 14 de septiembre de 1536, morirá en Niza.
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OBRA
Garcilaso encarna el ideal cortesano de la época al unir en su persona al poeta y al militar. Escribió una corta producción de versos pero que no publicó en vida. Fue su amigo Juan Boscán quien reunió los manuscritos, los revisó y publicó en Barcelona junto con sus propias obras bajo el título de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega (1543). El libro fue un acontecimiento importante por los nuevos metros de origen italiano que contenía: el soneto, la canción, las octavas, la rima interior y el verso libre (véase Versificación); por los temas mitológicos, arcádicos y discursivos y por su lenguaje hecho de frases cortas, imágenes plásticas y una gran musicalidad; como las obras de Garcilaso gustaban más que las de Boscán, los editores decidieron publicarlas independientemente, y un tomito de Garcilaso solo apareció en Salamanca en 1569. Desde entonces ha seguido siendo así.
La obra completa de Garcilaso se compone de poco más de 4.000 versos que forman tres églogas, 38 sonetos, dos elegías, cinco canciones y una epístola.
La transcendencia de la obra garcilasiana procede de haber introducido el verso endecasílabo en España, así como la poesía petrarquista, que no es otra cosa sino la gran poesía lírica del renacimiento.
La mayor parte de sus composiciones tratan el tema amoroso pero no a la manera medievalista o tradicional castellana del romance, sino como un concepto lírico abstracto, de ideal de belleza, de creación artística. Su maestría reside en una aparente sencillez y naturalidad conseguida por las formas métricas, las rimas suaves, poco relevantes pero variadas, las metáforas delicadas, las paradojas, los juegos conceptistas con el fin de crear una atmósfera fútil, de nostalgia y evanescencia en la que el texto suene a confesión personal y sincera. Sin duda es el poeta de la elegancia, del que tantos otros, y grandes, se sentirán deudos, desde Luis de Góngora hasta Alberti, Juan Ramón Jiménez o Gustavo Adolfo Bécquer.


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