María Elena Walsh






María Elena Walsh (1930- ), poeta, cantautora y dramaturga argentina. En sus poemas ha sabido combinar de forma impecable las métricas tradicionales con el léxico actual. La forma de la coplilla infantil le ha servido en ocasiones para hacer una poesía de intención irónica, ligada a hechos y personajes de la vida cotidiana.
Nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, un pueblo cercano a Buenos Aires, la capital de Argentina. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1947 editó Otoño imperdonable, su primer libro de poemas, escrito entre los 14 y los 17 años, que le valió el auspicio de Juan Ramón Jiménez en su viaje a Argentina. Posteriormente se instaló en Estados Unidos y, a partir de 1955, en París. Viajó a diversos países europeos, entre ellos España e Inglaterra, en los que recogió textos de romances, músicas anónimas y de los cancioneros antiguos. Con Leda Valladares formó un dúo dedicado a exhumar este tipo de música. Ello le permitió entrar en contacto con otras poetas y compositoras como Violeta Parra, Chabuca Granda y Consuelo Velázquez.
De vuelta en su país, obtuvo amplio reconocimiento con espectáculos infantiles de refinada inspiración, como Canciones para mirar (1962) y Aventuras de Doña Disparate y Bambuco (1963). Entre los recitales con poemas y canciones de su autoría figuran Canciones para mí y Juguemos en el mundo (1968). Con apelaciones a la música popular argentina y española, unidas a parodias de los géneros consabidos, hizo una especie de canción intelectual, aparentemente ingenua, pero a menudo cargada de intención socarrona y crítica. Sus actuaciones se prolongaron hasta 1978, cuando debió retirarse por graves problemas de salud.
Entre sus libros de poemas merecen ser citados Apenas viaje (1948), Baladas con ángel (1951), Casi milagro (1958), Tutú marambá (1961), Zoo loco (1964), El reino del revés (1964), Hecho a mano (1965), Dailan Kifki (1966) y Canciones contra el mal de ojo (1977). A partir de este año comenzó a publicar en el periódico Clarín de Buenos Aires unas pequeñas narraciones con uno de sus personajes, la tortuga Manuelita, como protagonista, a menudo sutil crítica de la dictadura militar. Se hizo célebre el punzante artículo en el que, denostando la censura y la falta de libertad de expresión, calificaba a Argentina de “país jardín de infantes” y citaba, en tono burlón, versos de San Juan de la Cruz (“Amada en el Amado transformada”, por ejemplo) como presuntamente sospechosos para los censores.


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