Pedro de Alvarado (1485-1541), conquistador
español, compañero de Hernán Cortés.
Nacido en Badajoz, viajó
al Nuevo Mundo, en 1510, acompañado por varios hermanos suyos. Primero se
estableció en La Española. De ahí pasó a la isla de Cuba, donde en 1518
participó en la expedición que, enviada por Diego Velázquez, exploró la
península de Yucatán y las costas del golfo de México.
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ALVARADO EN LA CONQUISTA DE MÉXICO
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Un año después, se embarcó
con Hernán Cortés y, tras desembarcar en Veracruz, marchó con él hacia el
interior del país. Después de un enfrentamiento con las tropas otomíes al
servicio de Tlaxcala, Alvarado y los demás acompañantes de Cortés establecieron
una alianza con la que se llamó república de Tlaxcala. El 8 de noviembre de
1519, después de atravesar la región de los volcanes, Cortés, Alvarado y otros
capitanes y soldados españoles hicieron su primera entrada en la ciudad de
México llamada Tenochtitlan. Allí fueron recibidos por Moctezuma II, quien les
dio alojamiento en uno de los palacios de la ciudad.
Teniendo ya a Moctezuma
en calidad de prisionero, Cortés salió de la ciudad para hacer frente a Pánfilo
de Narváez, el cual, enviado por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, había
llegado a las costas de Veracruz para deponerlo del mando y apresarlo. Fue
entonces, durante la gran fiesta de Toxcatl, que se celebró en fecha cercana a
la de Pascua de Resurrección de 1520, cuando Alvarado perpetró un ataque a
traición contra los mexicas, que se hallaban en el gran patio del Templo Mayor
de la ciudad. Consecuencia de ello fue que, al regresar Cortés, una vez
derrotado Narváez y enterado de lo que había ocurrido en la ciudad, se vio
forzado a abandonarla sigilosamente la noche del 30 de junio al 1 de julio de
1520. En su salida por la calzada de Tacuba perdió a gran número de sus hombres
en el episodio que se conoce como la Noche Triste.
Alvarado fue uno de los
capitanes que más se distinguieron en el ulterior asedio iniciado casi un año
después, el 30 de mayo de 1521, contra la metrópoli de los aztecas o mexicas.
Consumada la conquista, Alvarado fue encargado por Cortés de llevar a cabo la
sujeción de otros pueblos situados al sureste de México. En cumplimiento de
tales órdenes, conquistó lo que hoy se conoce como Guatemala. A continuación
sojuzgó el señorío de Cuscatlán, en el actual El Salvador. Fundó la localidad
de Santiago de los Caballeros (en la actualidad conocida como la ciudad de
Guatemala) el 25 de julio de 1524. Tras una rebelión de los cakchiqueles, la
ciudad se trasladó, en 1527, al valle de Almolonga (Ciudad Vieja), en las
faldas del volcán de Agua. Esta reubicación fue dispuesta por su hermano Jorge,
quien se hallaba a la sazón en España.
En 1534, viajó al Perú
intentando participar en la conquista de los incas al lado de los hermanos
Pizarro. Pronto, sin embargo, hubo de regresar a Nueva España. Después de tener
a su cargo por algún tiempo el gobierno de Guatemala, consiguió de la Corona
que se le autorizara a emprender una expedición marítima con rumbo a las islas
de las Especias o Molucas. Zarpó de Guatemala al frente de una importante
flota, que fue arribando en varios lugares de las costas del Pacífico en
territorio mexicano. Al llegar al puerto de Navidad, en 1540, entró en contacto
con el virrey Antonio de Mendoza, que se interesó en participar económicamente en
la expedición de Alvarado.
Muy poco después, ocurrió,
en el ámbito de la Nueva Galicia, el gran levantamiento de los caxcanes y
chichimecas que se conoce como la guerra del Miztón. Cristóbal de Oñate, que
trataba de reprimir a los alzados, solicitó entonces el auxilio de Alvarado. Se
trasladó este a Guadalajara, que era entonces una pequeña población situada al
norte del río Grande de Santiago. Allí, Alvarado decidió salir de inmediato al
encuentro de los amotinados. Rechazado por estos en el peñón de Nochiztlán,
tras perder a varios de sus hombres se retiró perseguido por los indios. Al
llegar a una barranca cerca de Yagualica, marchaba a pie seguido por Baltasar
de Montoya, que tiraba de su caballo. Tropezando el animal en un lugar
pedregoso y difícil, vino a caer sobre Alvarado arrastrándole varios metros.
Herido seriamente por el golpe de su propia cabalgadura, fue trasladado
entonces a Guadalajara. Allí murió unos cuantos días después, el 3 de julio de
1541. De este modo acabó el temido conquistador que, por lo rubicundo de su
tez, había sido apodado por los indios Tonatiuh, que significa ‘Sol’.
Los restos de Alvarado reposaron durante algún tiempo en el convento de
Tiripetio, en el estado mexicano de Michoacán, y de allí fueron luego enviados
a Guatemala. Poco más de dos meses después, el 11 de septiembre de 1541, en la
Guatemala que se había establecido en el valle de Amolonga, moría su viuda doña
Beatriz de la Cueva, la Sinventura, como consecuencia de la violenta
erupción del volcán de Agua. La ciudad se trasladó entonces al valle de
Panchoy, erigiéndose allí la llamada Antigua Guatemala, que fue donde
recibieron al fin cristiana sepultura Pedro de Alvarado y Beatriz de la Cueva.