JUAN BAUTISTA ALBERDI





Juan Bautista Aiberdi nació en San Miguel de Tucumán el 20 de agosto de 1810; sus padres fueron Salvador Alberdi, comerciante vasco, uno de los primeros españoles que apoyó la causa de la independencia, y doña Josefa Aráoz, tucumana descendiente de una familia colonia¡ de origen español.
Alberdi llega a Buenos Aires en 1825 para ingresar en el Colegio de Ciencias Morales que le había otorgado una de las becas creadas por Rivadavia.  En ese entonces era huérfano y pobre, se desempeñaba como subalterno en comercios porteños.
Por consejo de Florencio Varela vuelve al colegio y clausurado el mismo en 1830, pasa con sus compañeros Somellera y Miguel Cané a la universidad.
Cané le ofrece en esa oportunidad su propia casa.  De esta época data el hecho de que hallándose en un banquete ofrecido en la Casa de Tucumán al general Heredia, con motivo de una victoria contra ciertos rebeldes, solicitado a brindar, Alberdi lo hizo así.  "Señor General: Por los que dieron patria y libertad en es te lugar, pido a usted la vida de los prisioneros".
Se doctoró en derecho en 1837, pero se había iniciado ya en la literatura, escribiendo sobre música.  En 1832 publica El espíritu de la música, obra que lo revela como un notable conocedor de¡ tema.  Luego su ensayo sobre un método nuevo para aprender a tocar el piano le abrp las puerta-. dela Gran Aldea, colabora en la revista La Moda, bajo su prédica hombres y mujeres abandonan los viejos estilos y comienzan a vestir con elegancia y modernidad.  Compuso una serie de valses y puso música a tantos de Echeverría y otros poetas de su tiempo.
Fue cofundador de la famosa Asociación de Mayo y colaborador de¡ Dogma Socialista, escrito por Echeverría.
Emigró a Montevideo por odio a la tiranía y allí colaboró en diversos periódicos con el seudónimo de Figarillo.
Fue secretar o de¡ General Lavalte, con el que disintió en cuanto a la campaña a efectuarse, pues entendía que ésta debla dirigirse sobre Buenos Aires no hacia el norte, como lo resolv:tra el general.
Escribía en El Nacional, El Grito Argentino, El Iniciador y junto con Miguel Cané fundó La Revista De¡ Plata, para auspiciar los planes anti terroristas.
En unión con Bartolomé Mitre fundó, El Porvenir, periódico de combate y comenzó b hacerse notar como jurisconsulto, pues ejercitó la profesión y llevó adelante juicios que quedan como precedentes en la jurisprudencia de la época.
En 1841 llamó la atención de los patriotas con su famoso folleto sobre la nueva situación de los asuntos del Plata, con el propósito de levantar el espíritu del antiguo ejército Libertador.
Viaja a Europa y en Francia visita al Gral.  San Martín de quien luego hizo un emotivo retrato literario.
Regresa en 1844 y viaja a Chile, donde cunde su fama de escritor y jurisconsulto.  Su memoria sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano le dio nombre en todas las naciones del Pacífico.  No tardó en convertirse en el abogado más solicitado de Valparaíso.
Al enterarse de la victoria de Urquiza en  Caseros escriben pocos días sus célebres Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, poniendo al final de la obra el proyecto de la Constitución que debía darse al país.  La primera edición de Las bases salió en Chile el 1 de mayo de 1852.  Se hacen varias ediciones en Argentina.
Luego completa esta fase de su labor publicando el Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, según su Constitución de 1853 y Derecho Público Provincia¡.
Dividida la República, Aiberdi apoyó la causa de ¡as provincias y abogó porque Buenos Aires fuese la Capital del país.
El gobierno de Urquiza lo nombra Gestor Diplomático Plenipotenciario en Inglaterra, Francia, España e Italia; y gracias a sus gestiones España reconoce la Independencia argentina y las principales potencias de Europa y Estados Unidos aceptan la Confederación y no al Estado de Buenos Aires.
A raíz de la batalla de Pavón, fue desplazado de ese puesto y sus dos grandes adversarios ocupan sucesivamente la primera magistratura de la Nación, Mitre y Sarmiento.
Alberdi sigue en Europa como simple ciudadano escribiendo infatigablemente.  Fue adversario de la guerra del Paraguay y le acarreó denigrantes epítetos.  Lo eligen diputado por la provincia de Tucumán y en 1879 retorna al país.  Cuando lo nombran plenipotenciario, en Europa, salen a flote antiguos resentimientos y vuelve a su silencioso retiro en Francia.  Residía en París, y pasaba parte del año en Normandía, cerca del mar. Sus últimos años fueron penosos, enfermo de los pulmones, es designado representante argentino en Chile, pero su enfermedad le impidió cruzar el océano.  El 18 de junio de 1884 deja de existir en Neuiiiy, solitario y pobre, después de haber proporcionado a su país los más grandes y desinteresados servicios en un tiempo perturbado por las pasiones y las guerras.

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