Ciro II el Grande




Ruinas del Imperio persa
Ciro II el Grande fundó el Imperio persa en el 550 a.C. La capital, Persépolis, estaba situada en la región montañosa del suroeste de Irán. El clima seco de esta zona preservó gran parte de las construcciones, y los arqueólogos han descubierto y restaurado numerosas edificaciones persas.

Ciro II el Grande (c. 600-529 a.C.), rey de Persia (550-529 a.C.). Era hijo de Cambises I, descendiente de Aquemenes (siglo VII a.C.) y miembro de la dinastía Aqueménida. Cuando en el 558 a.C. Ciro se convirtió en gobernante de Anzán, ésta estaba sometida a Media; cinco años después Ciro encabezó una rebelión contra los medas que dio como resultado la captura del rey Astiages y el final del Imperio meda (550 a.C.). Posteriormente, Ciro se nombró rey de Persia y rigió un territorio que se extendía desde el río Halys (actual Kizil Irmak) al oeste, hasta el Imperio babilónico al sur y al este. Babilonia, Egipto, Lidia y las ciudades-estado de Esparta en Grecia se asociaron para limitar el poder de Ciro, pero en el 546 a.C. Ciro derrotó a Creso, rey de Lidia, controlando Asia Menor. En el 539 a.C. Babilonia también cayó en manos de Ciro.
El Imperio persa fue el estado más poderoso del mundo hasta su conquista en el 331 a.C. por Alejandro Magno. Ciro fue un gobernante iluminado y tolerante. Entre sus hazañas importantes se encuentra la liberación de los judíos de su exilio en Babilonia, permitiéndoles volver a Palestina, así como la reconstrucción del templo de Salomón en Jerusalén. Evitó habitualmente interferir en las costumbres y religiones nativas. Ciro murió mientras dirigía una expedición contra un pueblo escita del este, el masageta, y fue enterrado en Pasargada, ciudad que había establecido como la capital de su Imperio y donde aún se conserva su tumba. Le sucedió su hijo Cambises II.


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