Andréi Tarkovski es el representante
más destacado del cine soviético posterior a la II Guerra Mundial. Su personal
obra, caracterizada por una gran espiritualidad y fuerza visual, no acataba la
doctrina estética oficial, por lo que tuvo continuos problemas con la censura.
Entre las películas más impactantes de su escasa filmografía cabe destacar La
infancia de Iván (1962), Andréi Rublev (1969) y Stalker
(1979).
Andréi Tarkovski
(1932-1986), cineasta ruso, hijo del célebre poeta Arsenio Tarkovski, que
creció en la colonia de artistas de Peredelkino, cerca de Moscú. Después de
estudiar en la escuela estatal de cine durante el periodo que siguió a la
muerte de Stalin, se graduó en 1960. Su primera participación en el cine fue en
una película basada en la historia de un espía infantil durante la II Guerra
Mundial que, con el título La infancia de Iván, ganó el León de Oro del
Festival de Cine de Venecia en 1962, lanzando a Tarkovski como el líder de una
nueva generación de cineastas soviéticos.
Su siguiente proyecto
era una ambiciosa visión de la Rusia medieval, centrado en la misteriosa figura
de un célebre pintor de iconos, que resultó demasiado ambiguo en el aspecto
religioso, por lo que la película definitiva Andréi Rublev, rodada entre
1964 y 1965, no fue estrenada hasta 1969. Una historia de ciencia ficción, Solaris
(1972), encontró menores obstáculos a pesar de continuar con las preocupaciones
espirituales del cineasta, que aparecerían de nuevo en El espejo (1974),
en la que empleó recuerdos fragmentarios de su infancia y poemas de su padre
para crear una declaración personal que es también la biografía de una
generación. Volvió a la ciencia ficción con Stalker (1979), que parecía
una alegoría abiertamente religiosa y agudizaba el conflicto entre las
autoridades soviéticas y el éxito internacional del autor.
Después de rodar en
Italia Nostalgia (1983), película sobre un compositor ruso del siglo
XVIII que vuelve a casa a suicidarse, Tarkovski anunció públicamente que no
volvería a la URSS. Mientras crecía su fama, apareció una colección de escritos
suyos, y en 1986 rodó su última película en Suecia, Sacrificio, una
coproducción internacional franco-sueca donde se percibe la influencia del
maestro sueco Ingmar Bergman. Su muerte en el exilio conmocionó a la comunidad
cinematográfica rusa y las exequias de su muerte fueron una manifestación
popular que evidenciaron la decadencia del régimen soviético. Con su nombre se
instituyó un premio que recibió en 1989 el animador ruso Yuri Norstein.
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