Atila, conocido como
‘el azote de Dios’, unificó a los hunos (varias tribus de pueblos mongoles), e
invadió el Imperio romano desde el 436 hasta el 453. Asesinó a su hermano en el
445 para obtener el control único sobre el Imperio de los hunos, que se
extendía desde el Rin, por el oeste, hasta el río Ural, por el este; su límite
septentrional era el mar Báltico y el meridional, el Danubio.
Atila (c. 406-453),
rey de los hunos (c. 433-453), conocido en Occidente como el ‘azote de Dios’,
llamado Etzel por los alemanes y Ethele por los húngaros.
Se sabe poco de los
primeros años de la vida de Atila, excepto el hecho de ser miembro de la
familia gobernante de los hunos, un pueblo nómada de origen asiático que se
abalanzó desde las estepas del Caspio, en repetidas correrías, sobre el Imperio
romano. Antes del nacimiento de Atila, los hunos alcanzaron el río Danubio en
incursiones contra el Imperio romano de Oriente; en torno al año 432 d.C.
habían adquirido tal poder que el tío de Atila, el rey huno Roas, o Rugilas,
recibía un gran tributo anual de Roma. Atila sucedió a su tío, compartiendo el
trono al principio con su hermano Bleda, al que asesinó en el 445. En el año
447 Atila avanzó por Iliria y devastó toda la región comprendida entre el mar
Negro y el Mediterráneo. Aquellos pueblos conquistados que no fueron destruidos
fueron forzados a servir en su ejército. Derrotó al emperador bizantino
Teodosio II, y Constantinopla se salvó por la única razón de que el ejército
huno, básicamente formado por fuerzas de caballería, carecía de las técnicas de
asedio a una gran ciudad. Sin embargo, Teodosio fue obligado a ceder una parte
del territorio, al sur del Danubio, y pagar un tributo y un subsidio anual.
Contando en su
ejército con un gran número de ostrogodos, o godos del este, a los que había
sometido, Atila invadió la Galia en el 451 en alianza con Genserico, rey de los
vándalos. Se encontró con el general romano Flavio Aecio y fue derrotado ese
mismo año en la batalla de los Campos Cataláunicos, que tuvo lugar cerca de la
actual ciudad francesa de Troyes; según todos los relatos, esta fue una de las
más terribles batallas de la antigüedad. Los romanos fueron ayudados por los
visigodos, o godos del oeste, al mando de su rey Teodorico I. Los historiadores
de la época estiman las pérdidas del ejército de Atila entre 200.000 y 300.000
bajas, un número que en la actualidad se cree altamente exagerado. Aecio, con
gran juicio, permitió a los hunos retirarse, siguiéndoles de lejos hasta el
Rin.
Parcialmente
recuperado de la derrota, Atila dirigió al año siguiente su atención hacia
Italia, donde arrasó Aquilea, Milán, Padua y otras ciudades, avanzando hacia
Roma. Ésta se salvó de la destrucción exclusivamente gracias a la mediación del
papa León I, quien en una entrevista personal se dice había impresionado al rey
huno con su majestuosa presencia. En el año 453 Atila se preparó una vez más
para invadir Italia, pero murió antes de que pudiera llevar a cabo el plan.
Una importante
consecuencia de la invasión de Italia por Atila fue que algunos de los pueblos
conquistados, especialmente los vénetos, del noreste de Italia, buscaron
refugio entre las islas, pantanos y lagos en la cabecera del mar Adriático, y
en ese lugar fundaron un Estado que con el paso del tiempo se convirtió en la
República de Venecia.
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