Biografía de Juan Calvino





Juan Calvino (1509-1564), teólogo, reformador religioso y humanista francés. Su teología (denominada de forma genérica calvinismo) le convirtió en el principal exponente de las doctrinas cristianas al amparo de las cuales surgieron buen número de las Iglesias reformadas protestantes.
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VIDA
Nació el 10 de julio de 1509 en Noyon. Recibió enseñanza formal para el sacerdocio en el Collège de la Marche y en el Collège de Montaigu, ambos centros académicos dependientes de la Universidad de París. Influido por su padre (el cual prefería que su hijo se dedicara al ejercicio del derecho y no a la teología), cursó estudios de leyes en las universidades de Orleans y Bourges. Junto a varios amigos empezó a interesarse por el entorno del humanismo, así como por el movimiento de la Reforma, y emprendió estudios sobre la traducción griega de la Biblia. En 1532 publicó un comentario sobre De Clementia, obra de Lucio Anneo Séneca, en el que ya quedaba de manifiesto su sólida y erudita formación humanista. Se asoció entonces con Nicolás Cop, que acababa de ser elegido rector de la Universidad de París, y ambos tuvieron que huir de la ciudad en 1533, cuando aquél hizo público su apoyo a Martín Lutero.
Durante los dos años siguientes llevó una vida errática; prosiguió sus estudios y escritos, al tiempo que formulaba, a partir de la Biblia y la tradición cristiana, los principios básicos de su doctrina, lo que le obligaba a eludir constantemente la persecución de la Inquisición. En 1536 publicó en Basilea la primera edición de su Institutio christianae religionis (Institución de la religión cristiana, también conocida como La institución cristiana) un conciso y provocativo trabajo que le situó al frente del pensamiento protestante. Ese mismo año viajó a Ginebra, tras haber sido invitado por Guillaume Farel a participar en el movimiento de reforma que se respiraba en la ciudad. Permaneció en Ginebra hasta 1538, año en que los ciudadanos votaron contra las propuestas de Farel y ambos fueron invitados a abandonar la ciudad. Marchó a Estrasburgo, donde tomó parte en la vida religiosa de esa comunidad, contrajo matrimonio con la viuda Idelette de Bure (con quien tuvo un hijo, que murió en la infancia) y publicó el primero de sus numerosos comentarios sobre los libros de la Biblia.
En septiembre de 1541, los habitantes de Ginebra convencieron a Calvino para que regresara y les dirigiera de nuevo en la reforma de la Iglesia. Allí viviría el resto de su vida, excepto durante los breves viajes que le impuso su actividad al frente de la ciudad. Su esposa falleció en 1549 y no se volvió a casar. Aunque recibió una casa y salario del gobierno local, no tuvo cargo oficial en el mismo y sólo en 1559 se hizo ciudadano de Ginebra. Su liderazgo fue discutido hasta 1555, cuando fue derrotada la resistencia de la influyente familia Perrin.
Calvino redactó el borrador de las nuevas ordenanzas que el consejo adoptaría como constitución de Ginebra, regulando a la vez temas sagrados y profanos. Apoyó también el establecimiento de un sistema de escuelas municipales para todos los niños y de un centro de formación para los estudiantes más adelantados, la Academia, que inauguró en 1559 (con Teodoro de Beza como rector) y que muy pronto se convertiría en una verdadera universidad.
Mientras estuvo al servicio de Ginebra, la ciudad se vio amenazada con frecuencia por los ejércitos a las órdenes de Manuel Filiberto, duque de Saboya, y de otros jefes católicos. En realidad, la ciudad era una auténtica fortaleza amurallada y sólo recibía alguna ayuda de las granjas de los alrededores y de sus aliados más próximos. El clima bélico y la constante amenaza de ser conquistada contribuyeron a que las condiciones de vida fuesen muy duras en Ginebra, que dependía en extremo de su comercio. A menudo, los cristianos disidentes eran expulsados de la ciudad e incluso se llevaron a cabo numerosas ejecuciones, entre ellas la de Miguel Servet. Tras ser capturado y acusado de hereje (por su negación de la doctrina de la Santísima Trinidad), este médico y teólogo católico español fue sentenciado a morir en la hoguera con la anuencia y aprobación de Calvino (aunque éste recomendó la decapitación como sistema de ejecución). Además de sus profundas convicciones religiosas, sirvieron para condenarlo sus estudios y teorías sobre el sistema circulatorio humano (que Calvino reprobaba).
Calvino se propuso mejorar la vida de los habitantes de la ciudad a través de muchos medios. Propugnó la construcción de hospitales, el establecimiento de una infraestructura de alcantarillado y de barandillas protectoras en los pisos altos para evitar que los niños se cayeran, y prestó una atención especial al cuidado de pobres y enfermos y a la progresiva introducción de nuevas actividades artesanales. Promovió también el uso de la lengua francesa en las iglesias y contribuyó de forma decisiva a su formación como lengua moderna.
Sin embargo, su mayor aportación a la historia de la Iglesia fueron sus escritos. Compuso personalmente numerosos himnos y animó a otros a hacerlo, entre ellos a su colega Louis Bourgeois, quien compuso el denominado Salterio Ginebrino, llamado a ser el modelo de muchos himnos protestantes. Redactó un influyente catecismo, cientos de cartas a compañeros reformadores y comentarios sobre casi todos los libros de la Biblia. También fueron recopilados sus escritos y numerosos sermones.
Nunca gozó de buena salud, pues padecía asma bronquial, y estuvo muy delicado desde 1558, a causa de una violenta crisis de fiebre cuartana. Falleció el 27 de mayo de 1564 y fue enterrado en una sepultura anónima en Ginebra.
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TEOLOGÍA
Según Calvino, la Biblia especificaba la naturaleza de la teología y de todas las instituciones humanas. Por eso, sus exposiciones doctrinales comenzaban y concluían en las Escrituras, aunque citaba con frecuencia a los padres de la Iglesia y a importantes pensadores católicos medievales. Pretendió minimizar la especulación sobre los temas divinos y acercarse, en cambio, a la Palabra de Dios. También exhortó a la Iglesia para que recuperara su vitalidad y pureza originales.
En Institutio christianae religionis, que al menos revisó en cinco ocasiones entre 1536 y 1559, se propuso articular la teología bíblica de una manera razonable, siguiendo los artículos del credo apostólico. Los cuatro libros que integraron la Institutio en su edición definitiva (1559) se centran en los artículos ‘Padre’, ‘Hijo’, ‘Espíritu Santo’ e ‘Iglesia’.
3.1
Sobre el Padre
Según Calvino, el conocimiento de Dios está relacionado con la conciencia de uno mismo. En el mundo y en la conciencia humana se manifiestan las demandas espirituales. Dios creó el mundo y lo hizo bueno. Pero desde el pecado original, la humanidad, por sus propias limitaciones, sólo ha podido comprender a Dios de modo excepcional e imperfecto. Por sí solos, los seres humanos nunca pueden alcanzar una auténtica vida religiosa basada en el conocimiento de Dios. Sin embargo, por la gracia de Dios, transmitida por Jesucristo como se dice en la Biblia, el Creador resolvió esta trágica cuestión y permitió a la humanidad obtener una clara visión de la revelación. Las personas que aprenden la verdad sobre la depravación humana —que incluso las mejores acciones están corrompidas y ninguna es pura— pueden arrepentirse y confiar su salvación a Dios Padre.
3.2
Sobre el Hijo
El pecado humano, heredado desde Adán y Eva, produce en cada persona una “fábrica de ídolos”. Todos los individuos merecerían ser destruidos, pero Jesucristo ejerció como profeta, sacerdote y rey para llamar a los elegidos a la vida eterna con Dios. Cristo convoca a los elegidos a una nueva vida, intercediendo por ellos en su expiación, y se halla a la diestra de Dios. Calvino hizo grandes esfuerzos para poner de manifiesto la continuidad de sus doctrinas con la ortodoxia cristiana, tal y como ésta aparecía expresada en los credos de Nicea y Calcedonia.
3.3
Sobre el Espíritu
El Espíritu Santo de Dios, la tercera persona de la Santísima Trinidad, concede poder a los escritos y a la lectura de las Escrituras, a la vida devocional de los creyentes, y al desarrollo cristiano en Cristo (santificación). También permite la confianza en que la resurrección de Dios de entre los muertos traerá a los salvados a la perfección ante la presencia de Dios. Toda seguridad de elección a la gracia es dada por el Espíritu, e incluso la condenación de los réprobos según la justicia de Dios se rige por el poder del Espíritu.
3.4
Sobre la Iglesia
La Iglesia de Dios y los sacramentos son también otorgados por la gracia divina para edificación moral de los elegidos y el bien del mundo. La Iglesia, una a través del tiempo, puede ser conocida por la oración, por escuchar la Palabra de Dios y por la administración de los sacramentos. Aunque la verdadera Iglesia sea conocida sólo por Dios, la Iglesia visible está por completo relacionada con Él en la Tierra. Sus dignatarios y jefes serían aquellos individuos que intentan con rigor mantenerse en la disciplina cristiana, aunque su autoridad no puede depender de su rectitud. Los cargos deben ser aquéllos designados en el Nuevo Testamento. Los sacramentos del bautismo y la eucaristía deben celebrarse como misterios en los que Cristo está presente en espíritu.
Subrayó la trascendencia de la soberanía de Dios, la naturaleza de la elección y de la predestinación, los pecados de orgullo y desobediencia, la autoridad de las Escrituras, y la naturaleza de la vida cristiana. Cada una de estas enseñanzas fue utilizada en algún momento por sus seguidores como doctrina central del calvinismo. Calvino, sin embargo, pretendía exponer la enseñanza bíblica sobre diversos asuntos de su tiempo, a la luz de particulares controversias dentro de la Iglesia. Su teología ha sido reconocida como subyacente en la tradición paulino-agustiniana; Calvino intentó seguir lo que entendía como un camino intermedio entre un énfasis exclusivo en la divina providencia y un exclusivo hincapié en la responsabilidad humana.

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