Biografía de Baldomero Fernández Espartero
Espartero y Maroto
Los generales españoles Baldomero
F. Espartero y Rafael Maroto sellaron en 1839 el conocido como 'abrazo de
Vergara' que puso fin a la primera Guerra Carlista. Esta pintura de Bernardo
López (Museo Lázaro Galdiano, Madrid) les representa a ambos en actitud de
concordia.
Baldomero Fernández Espartero (1793-1879), militar
y político español, regente del reino (1840-1843) y presidente de gobierno
(1837; 1840-1841; 1854-1856), figura fundamental del liberalismo político
español durante la primera mitad del siglo XIX como principal dirigente del
Partido Progresista.
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INICIO DE SU
CARRERA MILITAR: COMBATES EN AMÉRICA
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Hijo de un artesano, nació el 27
de octubre de 1793 en Granátula de Calatrava (Ciudad Real) e inició la carrera
eclesiástica en el seminario dominico de la localidad de Almagro hasta que, en
1808, con el inicio de la guerra de la Independencia, se dirigió al frente de
combate e ingresó como ingeniero en el Ejército, en Cádiz, dos años después.
Tras pasar a integrar el arma de infantería, en 1815 marchó con el grado de
teniente, en el contingente de tropas del general Pablo Morillo, a luchar
contra los independentistas sudamericanos que combatían al poder colonial
español (en la llamada emancipación latinoamericana). Ascendió a brigadier
durante sus nueve años de presencia continuada en América, al mismo tiempo que
se imbuía de las ideas liberales de carácter progresista. En julio de 1824, se
dirigió a España con una misión encargada por el virrey del Perú José de la
Serna e Hinojosa y, a su retorno al continente americano, fue apresado tras la
derrota española ocurrida en diciembre de ese año en Ayacucho, en la cual no
participó. Finalizado su encarcelamiento, en 1825 regresó definitivamente a
España, se casó en Logroño con una rica heredera, Jacinta de Martínez Sicilia,
y prosiguió su carrera castrense en diferentes destinos.
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PRIMERA GUERRA
CARLISTA
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A partir de 1833 luchó del lado de
los defensores de los derechos dinásticos de la reina Isabel II contra los
partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, en la primera Guerra Carlista.
Nombrado general en jefe de Vizcaya en mayo de 1834, dirigió el levantamiento
de los dos sitios carlistas de Bilbao, el segundo de ellos después de obtener
la victoria de Luchana el 24 de diciembre de 1836, razón por la cual la Reina
le recompensó con el título de conde de Luchana. Accedió por vez primera al
gobierno cuando, el 29 de julio de 1837, fue designado ministro de la Guerra
por José María Calatrava, si bien, desde agosto hasta octubre de ese mismo año
presidió él mismo un fugaz gabinete gubernamental en el que también desempeñó
el Ministerio de la Guerra, sin que llegara a tomar posesión de ninguno de los
cargos a causa de su participación en el conflicto bélico. Ya como general en
jefe del Ejército del Norte desde 1836, fomentó hábilmente las divisiones entre
los mandos carlistas y atrajo a Rafael Maroto hacia conversaciones de paz que
terminaron en el Convenio de Vergara (31 de agosto de 1839), por medio del que
se puso fin a la primera Guerra Carlista en casi todo el territorio español y
gracias al cual recibió el título de duque de la Victoria. No obstante, se
encargó de acabar definitivamente con el conflicto y pacificó la comarca de El
Maestrazgo, donde derrotó y obligó a huir a Francia, en julio de 1840, al
general carlista Ramón Cabrera, tras haber conquistado su bastión de Morella
(Castellón) dos meses antes.
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REGENTE Y
PRESIDENTE DEL GOBIERNO
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Desde ese momento utilizó su prestigio
y popularidad con el objeto de ejercer el poder político desde las filas del
Partido Progresista. Fue nombrado presidente de gobierno en septiembre de 1840
(Ministerio-Regencia), con lo que sustituía a la madre de la reina Isabel II,
María Cristina de Borbón, como regente interino después de que ésta renunciara
al cargo por su enfrentamiento con él. Desde mayo del año siguiente —al tiempo
que abandonaba la presidencia del gobierno—, tras ser elegido por las Cortes, pasó
a desempeñar la regencia hasta la segunda mitad de 1843. Gobernó bajo la
vigencia de la Constitución de 1837 y llevó a cabo la desamortización de los
bienes del clero secular (1841), pero, al mismo tiempo, reprimió duramente
conspiraciones tanto de signo moderado como democrático, a la vez que hubo de
enfrentarse en el Congreso de los Diputados a sus propios correligionarios
progresistas, tales como Joaquín María López y Salustiano de Olózaga. En agosto
de 1843, fue expulsado del poder después del triunfo de una sublevación contra
su desempeño de la regencia, encabezada por el general moderado Ramón María
Narváez, pero en la cual también participaron —o cuando menos, se inhibieron—
la mayoría de los progresistas. Se vio obligado a exiliarse y, desde El Puerto
de Santa María (Cádiz), se embarcó hacia Inglaterra, pasando a residir en
Londres hasta que, en 1849, el propio Narváez le permitió regresar a España y
se estableció en Logroño. Tras el triunfo de la denominada Vicalvarada,
reapareció en la vida política junto a Leopoldo O’Donnell, con quien compartió
el liderazgo político durante el Bienio Progresista (1854-1856). Fue presidente
del gobierno desde julio de 1854 hasta julio de 1856, mes este en el cual fue
sustituido por aquél. Durante su última presidencia gubernamental, tuvo lugar
una de las más famosas leyes desamortizadoras (1855), la que debe su nombre al
ministro de Hacienda Pascual Madoz, así como la convocatoria de Cortes
Constituyentes.
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ÚLTIMOS AÑOS DE SU
VIDA: RETIRO POLÍTICO
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A partir del final del Bienio
Progresista, desde su retiro en Logroño, fue un espectador pasivo de los
acontecimientos, respetado por todos. Contempló el destronamiento de Isabel II
tras el triunfo de la revolución de 1868 y, dos años después, rechazó ocupar el
trono de España ante el ofrecimiento de Juan Prim. El rey Amadeo I le concedió
el título de príncipe de Vergara. La I República le preservó sus títulos.
Restaurada la Casa de Borbón en la persona del hijo de Isabel II, Alfonso XII,
éste le visitó en su palacio de Logroño, en 1876, a la vuelta de las campañas
victoriosas durante la tercera Guerra Carlista. Falleció el 8 de enero de 1879,
en Logroño.
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