Ludwig
van Beethoven (1770-1827), compositor alemán, considerado uno de los más
grandes de la cultura occidental.
Nació
en Bonn el 16 de diciembre de 1770. Se formó en un ambiente propicio para el
desarrollo de sus facultades aunque excesivamente rígido. Sus primeros brotes
de talento musical fueron dirigidos de forma tiránica por la disciplina de su
padre, que era tenor en la capilla de la corte. En 1789 Beethoven comenzó a
trabajar como músico de la corte para mantener a su familia. Sus primeras obras
bajo la tutela del compositor alemán Christian Gottlob Neefe, especialmente la
cantata fúnebre por la muerte del emperador José II, mostraban ya una gran
inteligencia, y se pensó en la posibilidad de que se fuera a Viena para
estudiar con Wolfgang Amadeus Mozart. Aunque la muerte de Mozart en 1791 hizo
que estos planes no pudieran realizarse, Beethoven marchó a Viena en el año
1792 para estudiar con el compositor austriaco Joseph Haydn.
En
Viena, Beethoven deslumbró a la aristocracia con sus improvisaciones
pianísticas, a la vez que llegó a acuerdos bastante beneficiosos con los
editores de música de la ciudad. Sus composiciones se encontraban a medio
camino entre el audaz estilo del compositor alemán Carl Philipp Emanuel Bach y
el exquisito refinamiento de Mozart. El creciente mercado de publicaciones
musicales le permitió trabajar como compositor independiente, algo que Mozart
intentó en la década anterior sin conseguirlo.
En la
primera década del siglo XIX Beethoven renunció al estilo local, de estructuras
débiles, como el que aparece en el Septeto en mi bemol mayor opus 20 para
cuerda y viento, y a partir del legado de Haydn y Mozart, creó un nuevo
lenguaje. Aunque afirmaba "no haber aprendido nada de Haydn", e
incluso llegó a buscar un maestro complementario como fue el compositor vienés
Johann Georg Albrechtsberger, Beethoven asimiló en seguida el clasicismo vienés
en todos los géneros instrumentales: sinfonía, concierto, cuarteto de cuerda y
sonata. La mayoría de las obras que hoy se interpretan las compuso durante los
años transcurridos entre la Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, opus 55 (Heroica,
comenzada en 1803 y estrenada en 1805), y la Sinfonía nº 8 en fa mayor, opus
93 (1812), periodo denominado como su 'década heroica'.
La fama
de Beethoven alcanzó su punto culminante durante estos años pero la pérdida
creciente de la capacidad auditiva que comenzó a notar en 1798, lo hizo
aislarse de la sociedad. Comenzó entonces a cambiar de domicilio con
frecuencia. Durante el periodo estival vivía en las afueras de Viena, sobre
todo en Heiligenstadt y en invierno regresaba a la ciudad. En 1802 expresó el
profundo sufrimiento que le causaba su progresiva sordera en el famoso Testamento
de Heiligenstadt, un documento dirigido a sus dos hermanos y a la sociedad
en general. Las excentricidades del músico aumentaron a partir del año 1805.
Sus conciertos en público eran contados y en el año 1814 ofreció el último.
A pesar
de los rumores que circulaban entre las personas cercanas a él sobre sus
repetidos enamoramientos, Beethoven siempre elegía a mujeres inaccesibles que
pertenecían a la aristocracia, estaban casadas, o las dos cosas a la vez. En la
carta dirigida a su 'amada inmortal' (que se supone nunca llegó a enviar y está
fechada en el año 1812), expresa sus sentimientos hacia la única mujer que
debió corresponderle. El misterio de la identidad de esta mujer se resolvió en
1977 gracias al musicólogo estadounidense Maynard Solomon. Se trataba de
Antonie Brentano, esposa de un mercader de Frankfurt y madre de cuatro hijos.
Su sentido ético y el miedo al matrimonio, hicieron que Beethoven huyera de
esta relación, a pesar de los conflictos emocionales que le causó.
En
1815, tras la muerte de su hermano mayor, Casper Carl, Beethoven empleó todas
sus energías en un costoso pleito legal contra su cuñada por la custodia del
hijo de nueve años de aquel, Karl. En un principio la madre obtuvo el favor del
tribunal, pero la intervención en 1820 del archiduque Rodolfo, el protector más
poderoso del músico, hizo que ganara el juicio. Beethoven no actuaba como un
padre ideal y los roces y desavenencias surgidos entre ellos desembocaron en
1826 en un intento de suicidio por parte de Karl.
En 1818
Beethoven, ya sordo por completo, tuvo que utilizar 'libros de conversación' en
donde la gente escribía sus notas y observaciones para que el compositor los
entendiera. Renegó de todo el mundo menos de un pequeño y cerrado círculo de
amigos. Exceptuando los estrenos de la Sinfonía nº 9 en re menor, opus 125
y partes de la Missa solemnis en re mayor, opus 123 en 1824, su música
siguió interesando únicamente a un reducido grupo de expertos. A pesar de todo,
ya había alcanzado un gran prestigio y en su lecho de muerte recibió todo tipo
de muestras de simpatía. Murió en Viena el 26 de marzo de 1827; miles de
personas asistieron a su funeral.
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EVOLUCIÓN MUSICAL
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Las
obras más importantes de Beethoven se pueden resumir en 9 sinfonías, 7
conciertos (5 para piano, uno para violín y un triple concierto para piano,
violonchelo y violín), 16 cuartetos de cuerda, 32 sonatas para piano, 10
sonatas para violín y piano, 5 sonatas para violonchelo y piano, una ópera, Fidelio,
2 misas y la Misa Solemne, opus 123, varias oberturas y numerosas
variaciones para piano. Tradicionalmente se le ha considerado como el puente
hacia el romanticismo, y su producción musical está dividida en tres periodos
según una conocida interpretación de Lenz. Actualmente los expertos lo consideran
como el último representante de la escuela vienesa clásica, que en lugar de
seguir la corriente romántica se dedicó a desarrollar la música que le habían
legado Mozart y Haydn. Tras su llegada a Viena, Beethoven alternó las
composiciones basadas en modelos clásicos, como su Cuarteto para cuerda en
la mayor opus 18 nº 5 (1800, en el que tomó como patrón el Cuarteto de
Mozart K. 464, cuarteto nº 18 en la mayor), con las inspiradas en
estructuras italianas más imprecisas, como ocurre en la conocida canción Adelaide
(1795).
El
nuevo estilo al que se refirió en 1802, marca su retorno a las estructuras
vienesas clásicas. A pesar de la fuerza de sus composiciones en la década que
transcurre entre 1802 y 1812, musicalmente representan el desarrollo de las formas
empleadas por Mozart y Haydn. Esto se aprecia en obras de una envergadura sin
precedente como la Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, opus 55 (Heroica)
y el Concierto para piano en mi bemol mayor, opus 73 nº 5 (Emperador,
1809), o en composiciones de estructura compleja como la Sinfonía nº 5 en do
menor, opus 67 (1808), y la Sonata para piano nº 23 en fa menor opus 57
(Appassionata, 1805). En estas obras demostró que con su estilo, basado
en una temática del todo nueva y en armonías opuestas que utilizaban notas
contrarias, podía crear música dotada de una fuerza y expresividad muy
importantes.
Las
dificultades para terminar la Sinfonía nº 8 en fa mayor, opus 93 y las
dudas sobre una posible relación con su 'amada inmortal' llevaron a Beethoven a
un periodo de incertidumbre. La fascinante capacidad de producción de la década
anterior entró en declive. Las obras posteriores a 1812, como la colección de
canciones opus 98 An die ferne Geliebte, del año 1816, y las Sonata
para piano en la mayor opus 101, de 1817, experimentaron nuevos matices y
desarrollaron las estructuras musicales que el compositor utilizaba en la
década de 1790. Este grupo de obras cíclicas y de final abierto respondía a la
influencia de una nueva generación de compositores románticos (como, por
ejemplo, los ciclos de Lieder del compositor alemán Robert Schumann).
En 1818
Beethoven retomó las estructuras cerradas de su época heroica con la Sonata
para piano en si bemol mayor opus 106 (Hammerklavier), obra de una
extensión y dificultad sin precedentes que ha hecho estragos entre los
intérpretes desde su época hasta nuestros días.
Las
composiciones del último periodo, en vez de formar grupos y colecciones, están
marcadas por una individualidad que muchos compositores posteriores han
intentado imitar sin conseguirlo. En la Sinfonía nº 9 en re menor, opus 125
y la Missa solemnis en re mayor, opus 129 plasmó un punto de vista
idealizado de la humanidad, basado más en el movimiento ilustrado que en la doctrina
católica romana, los resultados artísticos son aún más convincentes que las
elevadas ideas que contiene su única ópera, Fidelio (1814).
El
estilo personal de sus últimos años originó los 5 cuartetos para cuerda
compuestos entre 1824 y 1826, los dos últimos por iniciativa propia. En estas
obras, Beethoven realiza una síntesis entre el estilo popular y el académico,
entre lo festivo y lo sublime. En su época se consideraron demasiado avanzadas,
incluso inaccesibles, pero con el paso del tiempo se han convertido en una
pieza clave de la música universal.
La
costumbre de tomar apuntes sobre sus composiciones mientras trabajaba en ellas
aumentó con el paso del tiempo. Los más de siete mil borradores que escribió en
trozos de papel y pequeños cuadernos mientras viajaba, así como los libros de
notas que confeccionaba en su casa forman parte de uno de los más importantes
legados en la historia de la música occidental.
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HERENCIA MUSICAL
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Quizás
la herencia más notable que Beethoven nos dejó fue un cambio en el papel del
compositor en la sociedad; de ser un artesano que creaba a las órdenes de la
Iglesia o de alguna autoridad aristocrática (hecho que Mozart y Haydn tuvieron
que aceptar), pasó a ser un artista independiente desde el punto de vista
económico gracias a la publicación de sus obras y a sus representaciones, con
una motivación creadora íntima, concepto que fue el sello del romanticismo
durante el siglo XIX. Desde este punto de vista, recogió la influencia de otros
artistas de su época como Lord Byron y William Turner.
La
influencia de Beethoven tardó en imponerse. Para algunos compositores como
Johannes Brahms, que no escribió ninguna sinfonía hasta los 43 años, su figura
fue sobrecogedora. El compositor alemán Richard Wagner habló de la Sinfonía
nº 9 en re menor, opus 125, en especial del movimiento coral con que
termina, como la piedra angular de su visión del drama musical. Hubo que
esperar hasta las últimas sinfonías románticas de compositores como Anton
Bruckner y Gustav Mahler, ambos austriacos, para que el estilo heredado de
Beethoven alcanzara su punto máximo de desarrollo. La música de Beethoven sigue
en un lugar preferente dentro del repertorio mundial para orquesta y cámara.
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