Trigésimo séptimo virrey JUAN DE ACUÑA Y MANRIQUE




Trigésimo séptimo virrey
JUAN DE ACUÑA Y MANRIQUE
(Marqués de Casafuerte)
(1722-1734)

Fue el segundo criollo que gobernó a la Nueva España. Nació en Lima, Perú, en 1658 y desde muy joven entró al servicio militar en el que se distinguió desempeñando muy importantes cargos.
Era comandante militar de los reinos de Aragón y Mallorca cuando fue nombrado virrey y presidente de la Audiencia de México, cargos que recibió solemnemente el día 15 de octubre de 1722. Desde un principio fue muy bien recibido por el pueblo, por ser criollo y por seleccionar a sus colaboradores no por influencias o recomendaciones sino por su capacidad para el trabajo. Este virrey encontró las cajas del erario casi vacías, por lo que puso personal atención en la cuestión hacendaria. Se ocupó primero en cubrir los adeudos pendientes y después de regular los gastos, con lo que se obtuvo más que suficiente dinero para enriquecer el tesoro, pacificó completamente la región del Nayar, enviando una expedición armada y estableciendo colonias; para artillar los puertos y los barcos de guerra, construyó una fundición de cañones en Orizaba e hizo que se ampliara el desagüe de las minas de Pachuca para poder trabajar nuevas vetas, así como organizó la explotación de las minas de estaño.
          Los ingleses seguían explotando el palo de tinte, entonces en la costa de Yucatán y en Belice, por lo que el virrey armó una expedición para desalojarlos; pero al llegar a esos parajes se encontró a una fuerza muy numerosa y bien armada apoyada por varios barcos de guerra de alto bordo, por lo que dicha expedición nada pudo hacer. Desde entonces los ingleses se negaron a abandonar ese territorio. Como las negociaciones diplomáticas que siguieron no dieron resultado, el virrey olvidó el asunto y se dedicó a reorganizar lo que estaba en su mano: Ulúa, isla del Carmen, Veracruz y las bahías del Espíritu Santo y Panzacola. Limitó con energía la acción de la Inquisición e impidió que se llevaran a cabo persecuciones y castigos por demás injustos.
          Dado su buen gobierno y honorabilidad, su mandato fue prorrogado a partir del tres de junio de 1727. Autorizó al señor Juan Francisco Sahagún de Arévalo Ladrón de Guevara para que publicara "La Gaceta de México" que había sido suspendida en 1722. Gracias a su petición ante el Papa, éste dio la bula para construir la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe. El arzobispo, en presencia dle virrey y del Cabildo Metropolitano, estrenó la magnífica reja del coro de Catedral, que había sido forjada en Macao y traida por la Nao de China. Para evitar anarquía en las fundiciones artísticas de la plata hizo que todos los plateeros se establecieran en una calle céntrica llamada de San Francisco, que por esta razón fue nombrada de Plateros, hoy calle de Francisco I. Madero. Mandó construir el edificio de la Aduana con sus almacenes y depósitos y reconstruir la Casa de Moneda cuyos cuños y calidad le dieron gran fama en el mundo. Se acuñaron en 1730 más de diez millones de pesos de plata y 151,560 de oro, reglamentando rigurosamente peso, forma y ley que debían tener. Este virrey murió en la capital de Nueva España el 17 de marzo de 1734. Fue sepultado en la iglesia de San Cosme.

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