Thatcher, Margaret (Margaret Hilda Roberts) Política conservadora inglesa (Grantham, Lincolnshire, Inglaterra, 1925 -). Hija de un tendero de una pequeña ciudad de provincias, estudió Química en la Universidad de Oxford y se casó con un acaudalado hombre de negocios (de quien tomó el apellido Thatcher). En 1954 se hizo, además, abogada. Siendo todavía estudiante se vinculó a la Asociación de Estudiantes Conservadores; y con el Partido Conservador entró en la Cámara de los Comunes como diputada por un distrito de las afueras de Londres (Finchley), al cual representaría por espacio de 35 años (1959-93). Siguió ascendiendo en su carrera política desempeñando los puestos de ministra de Educación (1970-74) y ministra del «gabinete en la sombra» de la oposición conservadora (1974-75), hasta disputarle la dirección del Partido Conservador al ex primer ministro recién derrocado, Edward Heath. En 1975 obtuvo por amplia mayoría la jefatura del partido -convirtiéndose en la primera mujer que lideraba uno de los dos grandes partidos parlamentarios británicos- y radicalizó su orientación derechista. Tras dirigir durante una legislatura la oposición contra los gobiernos laboristas de Harold Wilson y James Callaghan, obtuvo la victoria en las elecciones de 1979 y se convirtió en primera ministra del Reino Unido. Fue la primera mujer en acceder al cargo y también la persona que más tiempo lo mantuvo en todo el siglo xx, ya que dos reelecciones (en 1983 y 1987) le permitieron presidir el gobierno hasta 1990.
El conservadurismo de Thatcher no era un mero continuismo, sino que incluía un programa de cambio en profundidad, inspirado por ideales ultra liberales en materia económica y social y por una intransigencia autoritaria en política interior y exterior. La primera parte de su mandato estuvo orientada a quebrar el poder de los sindicatos obreros, que habían provocado en el pasado la caída del gabinete conservador de Heath y que constituían el fundamento de la influencia laborista: Thatcher limitó el derecho de huelga y las prerrogativas de los sindicatos, ganó el pulso contra el sindicalismo derrotando a la huelga de mineros de 1984-85 y abrió así el camino para el cierre de las minas británicas poco rentables. Enseguida se lanzó a una política de austeridad presupuestaria y de reducción del intervencionismo estatal en todos los terrenos, privatizando gran parte del sector público británico (empresas de telecomunicaciones, producción de energía, agua, aeropuertos, líneas aéreas, ferrocarriles, correos…), recortando gastos sociales y reduciendo la presión fiscal en beneficio de las rentas más altas. Los sistemas educativo y sanitario empezaron pronto a sufrir las consecuencias, en un proceso general de desmantelamiento del Estado de bienestar edificado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Su política interior estuvo marcada por el refuerzo del poder central en detrimento de las corporaciones locales y regionales, al tiempo que un uso enérgico de las fuerzas represivas imponía la autoridad frente a los movimientos de protesta; su firmeza fue especialmente significativa frente a la intensificación del conflicto con los nacionalistas de Irlanda del Norte, que no consiguieron doblegar a la Dama de Hierro ni siquiera con la huelga de hambre de los terroristas presos del IRA, que produjo diez muertos. La política económica monetarista y ultraliberal que aplicó Thatcher produjo un fuerte aumento del paro (hasta tres millones de desempleados), que contribuyó a disciplinar a la mano de obra, debilitar a los sindicatos, flexibilizar el mercado de trabajo, reducir salarios y cargas sociales y devolver así a la economía británica parte de la competitividad perdida en los mercados internacionales. Su política se asemejaba en muchos aspectos a la seguida por Ronald Reagan en los Estados Unidos por esas mismas fechas. De hecho, el alineamiento internacional entre los dos países alcanzó en tiempos de Thatcher su punto culminante. Thatcher fue decididamente contraria a profundizar en la integración del Reino Unido en la Comunidad Económica Europea, defendiendo un modelo de mera liberalización de mercados sin integración política continental, ya que consideraba que ésta conllevaba cesiones de soberanía nacional en beneficio de una nueva burocracia socializante asentada en Bruselas. Pero el acontecimiento más relevante de la política exterior de Margaret Thatcher fue la Guerra de las Malvinas (1982): ante el hecho consumado de la ocupación por el ejército argentino de las islas Malvinas (colonia británica frente a las costas de Argentina), respondió con el uso de la fuerza militar; la victoria devolvió al Reino Unido no sólo la posesión de las islas, sino la autoconfianza nacional y el orgullo de volver a considerarse una gran potencia, redundando en un gran aumento de la popularidad de Thatcher. Fueron, sin embargo, los costes sociales de su política económica y los costes económicos de su antieuropeísmo radical los que hicieron crecer el descontento, culminando la impopularidad de la primera ministra a raíz de su intento de implantar un nuevo impuesto local de carácter lineal y regresivo (el Pool Tax) en 1990. Ante el riesgo de que esta impopularidad les hiciera perder las elecciones siguientes, los líderes conservadores se rebelaron contra su jefa de filas y le hicieron presentar la dimisión en 1990, situando en su lugar a John Major, que efectivamente ganaría las elecciones de 1992, y continuaría la política conservadora con más moderación. Thatcher se retiró del primer plano de la política y pasó a la Cámara de los Lores (al ser nombrada baronesa en 1993).
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