Leibniz, Gottfried Wilhelm




Leibniz, Gottfried Wilhelm Pensador alemán (Leipzig, 1646 - Hannover, 1716). Huérfano desde muy niño, se educó leyendo la biblioteca de su padre, que había sido profesor de Filosofía en la Universidad de Leipzig. Él mismo se doctoró allí en 1663 y continuó después sus estudios en Jena y París, ampliando su interés desde la Filosofía hasta terrenos como las Matemáticas, la Historia y el Derecho. Vivió algún tiempo bajo protección del arzobispo de Maguncia como consejero de su Tribunal Supremo (1667-76) y luego del duque de Brunswick como bibliotecario y redactor de una historia de la Casa de Hannover (desde 1676); incluso el zar Pedro el Grande de Rusia le empleó como consejero (1712). Su filosofía, contenida en obras como el Discurso de metafísica (1698) o la Monadología (1714), puede definirse como un idealismo dinámico, en el cual se combina la metafísica idealista con una nueva concepción del movimiento; describió un Universo regido por una «armonía preestablecida» y compuesto por mónadas, sustancias simples, diferenciadas y cambiantes que componen todos los elementos del mundo. Leibniz compartió con Newton el descubrimiento del concepto de energía cinética, trascendental para la Física. En cuanto a su teoría del conocimiento, esencialmente racionalista, venía matizada por la consideración de la percepción sensorial. Entre sus aportaciones a la Matemática destacan la invención del cálculo infinitesimal (terreno en el que trabajó al mismo tiempo que Newton) y el diseño de una máquina de calcular que superaba a la construida por Pascal.

Leibniz se interesó por la política alemana de su tiempo, exhortando a los países de lengua y cultura alemana a unirse en torno a Prusia para rechazar el agresivo expansionismo de la Francia de Luis XIV (1696). Luchó por dos objetivos que creía esenciales para restaurar la grandeza de Alemania: por un lado, la creación de una sociedad que impulsara las artes y las ciencias (lo que logró en 1700, con la fundación de la Academia de Berlín, de la que fue primer presidente); y, por otra parte, la unificación de las Iglesias cristianas. Para esto último, se esforzó por conciliar la razón y la revelación, a fin de ofrecer una fundamentación racional del cristianismo que sirviera de base para la tolerancia religiosa entre católicos y protestantes (Ensayos de teodicea, 1710). El pensamiento de Leibniz ha ejercido una gran influencia: tuvo muchos discípulos y su peso sobre el pensamiento alemán fue determinante hasta tiempos de Kant; muchos de sus valores filosóficos, además, serían redescubiertos por generaciones posteriores (por ejemplo, sus trabajos en lógica simbólica, recuperados en el siglo xx).



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