(Marqués de Cruillas)
(1760-1766)
A principios de 1760 fue nombrado virrey de la Nueva España don Joaquín de Montserrat, marqués de Cruillas, quien el 19 de septiembre del mismo año recibió en Otumba el bastón de mando y entró a la ciudad capital del Virreinato el 6 de octubre.
Desde un principio este virrey se ocupó en desarrollar un plan que tenía para organizar un verdadero ejército colonial. A su paso por Puebla revistó a un batallón de milicias formado por negros y mulatos armados en forma muy irregular, por lo que desde luego hizo un pedido de fusiles a España para armarlos debidamente. En 1761 ocurrió una gran epidemia de viruela, que como siempre se cebó principalmente en los indígenas al grado de que en la ciudad de México hubo unos 15,000 muertos y en Puebla una cantidad que probablemente haya llegado a los 80,000. El gobierno virreinal ayudó con mucho dinero para paliar las desgracias ocasionadas por esta tremenda enfermedad y las cajas de la hacienda casi quedaron vacías, por lo que el virrey ordenó que no se compraran mercancías caras, que se pagasen los impuestos retrasados y que no se ocultaran víveres ni granos. Tuvo que mandar además auxilios militares a Sonora, por haberse producido una rebelión de indios pimas y seris contra el maltrato por parte de los colonos españoles. Los indios sublevados mataron a los soldados de dos presidios y al gobernador, y escaparon a la sierra, aunque finalmente fueron sometidos.
Acabada de hacer la solemne juramentación de Carlos III como rey de España, se produjo el estado de guerra contra los ingleses que con gran audacia se apoderaron de la Habana, amenazando con desembarcar de un momento a otro en Veracruz, por lo que inmediatamente el marqués de Cruillas dispuso fueran pertrechadas bien las fortalezas y que se hicieran obras de defensa en una gran faja tierra adentro. Se levantaron nuevas tropas, que si en un principio dejeban que desear fueron organizándose y disciplinándose al grado de que llegaron a ser muy efectivas. Para escoltar las mercancías el comercio de México organizó dos compañías de granaderos, negros y mulatos, a los que el pueblo llamaba "los morenos". El comerciante Juan de Lasaga, encabezando a un grupo de hombres de negocios de aquel puerto, formó otra compañía, cuyos sueldos, equipo y armamento cubrían esos comerciantes. Surgieron batallones y regimientos provinciales en México; el batallón del Príncipe y de Nueva España, el de Valladolid, los de León, Puebla y Oaxaca, escuadrones de caballería y muchas milicias en las ciudades grandes. El marqués de Cruillas es el organizador del primer ejército mexicano. Las tropas estaban formadas por mestizos, negros y mulatos. Los indios no entraban en el servicio militar.
Durante el gobierno de Cruillas hubo otras calamidades como una grave inundación en Guanajuato, que paralizó el trabajo en las haciendas de beneficio de plata y una epidemia de fiebres que produjo gran mortandad. Se firmó la paz con Inglaterra, que devolvió La Habana aunque se quedó con Panzacola y definitivamente con el territorio de Belice. Como los oficiales de las tropas eran voluntarios de familias acomodadas que nada sabían de lo relacionado con el servicio castrense, el virrey pidió a España que le enviasen instructores. Llegó a Veracruz el 1º de noviembre de 1765 el teniente general don Juan de Villalba acompañado por cinco generales y otros jefes, oficiales y tropa, como instructores. Para arreglar administrativamente a la Nueva España arribó el visitador don José de Gálvez, con plenos poderes para introducir reformas de fondo y nuevos conceptos en el manejo de la economía del Virreinato.
Gálvez dejó en un principio que las cosas siguieran tal y como las manejaba el virrey, quien tuvo que hacer concesiones a los mineros de Guanajuato que se habían sublevado; creó nuevos presidios en el norte y prosiguió las obras del desagüe de la Ciudad de México. Gálvez, después de realizar muchos viajes al interior del país y de observar y estudiar todos los problemas que eran planteados en el Virreinato, empezó a intervenir, por lo que el virrey se disgustó, renunció al cargo y regresó a España.
Acabada de hacer la solemne juramentación de Carlos III como rey de España, se produjo el estado de guerra contra los ingleses que con gran audacia se apoderaron de la Habana, amenazando con desembarcar de un momento a otro en Veracruz, por lo que inmediatamente el marqués de Cruillas dispuso fueran pertrechadas bien las fortalezas y que se hicieran obras de defensa en una gran faja tierra adentro. Se levantaron nuevas tropas, que si en un principio dejeban que desear fueron organizándose y disciplinándose al grado de que llegaron a ser muy efectivas. Para escoltar las mercancías el comercio de México organizó dos compañías de granaderos, negros y mulatos, a los que el pueblo llamaba "los morenos". El comerciante Juan de Lasaga, encabezando a un grupo de hombres de negocios de aquel puerto, formó otra compañía, cuyos sueldos, equipo y armamento cubrían esos comerciantes. Surgieron batallones y regimientos provinciales en México; el batallón del Príncipe y de Nueva España, el de Valladolid, los de León, Puebla y Oaxaca, escuadrones de caballería y muchas milicias en las ciudades grandes. El marqués de Cruillas es el organizador del primer ejército mexicano. Las tropas estaban formadas por mestizos, negros y mulatos. Los indios no entraban en el servicio militar.
Durante el gobierno de Cruillas hubo otras calamidades como una grave inundación en Guanajuato, que paralizó el trabajo en las haciendas de beneficio de plata y una epidemia de fiebres que produjo gran mortandad. Se firmó la paz con Inglaterra, que devolvió La Habana aunque se quedó con Panzacola y definitivamente con el territorio de Belice. Como los oficiales de las tropas eran voluntarios de familias acomodadas que nada sabían de lo relacionado con el servicio castrense, el virrey pidió a España que le enviasen instructores. Llegó a Veracruz el 1º de noviembre de 1765 el teniente general don Juan de Villalba acompañado por cinco generales y otros jefes, oficiales y tropa, como instructores. Para arreglar administrativamente a la Nueva España arribó el visitador don José de Gálvez, con plenos poderes para introducir reformas de fondo y nuevos conceptos en el manejo de la economía del Virreinato.
Gálvez dejó en un principio que las cosas siguieran tal y como las manejaba el virrey, quien tuvo que hacer concesiones a los mineros de Guanajuato que se habían sublevado; creó nuevos presidios en el norte y prosiguió las obras del desagüe de la Ciudad de México. Gálvez, después de realizar muchos viajes al interior del país y de observar y estudiar todos los problemas que eran planteados en el Virreinato, empezó a intervenir, por lo que el virrey se disgustó, renunció al cargo y regresó a España.
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