Décimo octavo virrey
JUAN PALAFOX Y MENDOZA
(Obispo de la Puebla de los Ángeles)
(1642)-? (1600-1659)
JUAN PALAFOX Y MENDOZA
(Obispo de la Puebla de los Ángeles)
(1642)-? (1600-1659)
Buen administrador pero poco político, fue hijo bastardo del marqués de Ariza. Bien educado en Zaragoza se resolvió por seguir la carrera eclesiástica y perteneció al clero secular. No tuvo título nobiliario y llegó a ser virrey por las circunstancias que aprovechó para destituir al marqués de Villena, siendo Palafox obispo titular recién llegado a Puebla; se entiende que era de carácter conflictivo. En el poco tiempo que gobernó al Virreinato se ocupó mucho de asuntos de la Iglesia con la organización de ceremonias, continuación de las obras de la catedral de México, la doctrina, mejoramiento de conventos y aposentos de los religiosos y también hizo obras de caridad en favor de los pobres y de los enfermos.
En lo externo de los usos religiosos hizo demoliciones y se perdieron seguramente muchas piezas de gran valor, ídolos y obras de las antiguas culturas mexicanas. Levantó una fuerza armada que de ninguna manera representaba un ejército y se cree que más bien era para su seguridad personal; estableció medidas para regular la vida académica de la universidad así como cánones para controlar a la Audiencia. Dos oidores no aceptaron las disposiciones del arzobispo-virrey y éste los suspendió en sus funciones. Palafox se inclinaba a apoyar al clero secular, al que él pertenecía, por lo que empezó a tener dificultades con los jesuitas que querían actuar fuera de su dependencia como autoridad religiosa, suscitándose a poco un pleito muy grave, por lo que fue relevado de su cargo gubernamental, aunque permaneció en México algunos años con el puesto de visitador general.
En junio de 1649 el arzobispo Palafox salió para España, por órdenes de la Corona. Era escritor muy culto, gente honrada y trabajador incansable, de espíritu recto. Construyó y consagró la catedral de Puebla y fundó la famosa biblioteca palafoxiana. Siendo obispo en Osma, España, murió el primero de octubre de 1659.
En lo externo de los usos religiosos hizo demoliciones y se perdieron seguramente muchas piezas de gran valor, ídolos y obras de las antiguas culturas mexicanas. Levantó una fuerza armada que de ninguna manera representaba un ejército y se cree que más bien era para su seguridad personal; estableció medidas para regular la vida académica de la universidad así como cánones para controlar a la Audiencia. Dos oidores no aceptaron las disposiciones del arzobispo-virrey y éste los suspendió en sus funciones. Palafox se inclinaba a apoyar al clero secular, al que él pertenecía, por lo que empezó a tener dificultades con los jesuitas que querían actuar fuera de su dependencia como autoridad religiosa, suscitándose a poco un pleito muy grave, por lo que fue relevado de su cargo gubernamental, aunque permaneció en México algunos años con el puesto de visitador general.
En junio de 1649 el arzobispo Palafox salió para España, por órdenes de la Corona. Era escritor muy culto, gente honrada y trabajador incansable, de espíritu recto. Construyó y consagró la catedral de Puebla y fundó la famosa biblioteca palafoxiana. Siendo obispo en Osma, España, murió el primero de octubre de 1659.
En el 227 aniversario de la Congregación General celebrada el 28 de enero de 1777 tengo el gusto de comunicaros que ayer tarde, 27 de enero de 2004, tuvo lugar la Sesión de Consultores Históricos para el examen de la Positio. Os adjunto una breve reseña de la historia del Proceso hasta este momento y de los pasos sucesivos hasta la Beatificación. |
Los cinco años de intensa vida pastoral del Obispo Don Juan de Palafox y Mendoza en Burgo de Osma (1654 ‑1659) dejaron profunda huella en el pueblo fiel, en los sacerdotes y religiosos, y en el Cabildo diocesano. Tanto es así que, desde el mismo día de su muerte el 1 de octubre de 1659, se habló de recoger informaciones sobre su vida y virtudes. El Proceso Ordinario se comenzó, por iniciativa del Cabildo, en 1666 y fue enviado a Roma en 1690. Aunque ya ese mismo año se nombró Ponente o Relator de la Causa al Cardenal Jerónimo Casanate, se esperó hasta la llegada del Proceso de Puebla de los Angeles (1688 - 1693) para iniciar los trámites en vistas a la Introducción de la Causa. En esa primera fase, entre 1689 y 1694, fueron 185 las Cartas Postulatorias enviadas por Obispos y otras autoridades atestiguando la fama de santidad y milagros de que gozaba el Siervo de Dios. El Patrono de la Causa, abogado Bernardino Peregrini, afirma que desde hacía muchos años no se había presentado a la Congregación de Ritos otra Causa con tanta riqueza de argumentos a su favor. Es de notar que, de los 150 testigos que deponen en los procesos sobre el Obispo Palafox, 72 son sacerdotes, que hallaron en su Obispo un modelo de pastor inolvidable.
En los años de Obispo de Puebla de los Angeles (1640 -1653) no fue menor su celo pastoral y su entrega al servicio del pueblo de Dios en el desempeño de la misión que la Iglesia y el Estado le habían confiado. Y, aunque encontró resistencias y dificultades, no por ello desistió en sus esfuerzos por promover la disciplina eclesiástica y elevar el nivel religioso y cultural de sus fieles y súbditos. Los testigos de los Procesos de Canonización, al referirse a ese período, admiran su amor a los pobres, su espíritu de fe, su profunda vida de oración, su celo pastoral, su prudencia, su tesón, su paciencia, su desinterés, en una palabra, afirman que practicó todas las virtudes en grado heroico. Por otro lado, algunos de los que tuvieron que experimentar el rigor de la justicia aplicada por el Regio Visitador, o las consecuencias de las intervenciones del Obispo en defensa de la disciplina eclesiástica, no sólo no vieron virtudes en él, sino que le atribuyeron intenciones torcidas y hasta vicios declarados, infamándolo con informes calumniosos enviados a Madrid y a Roma.
Quienes convivieron con Palafox y conocieron de cerca su grandeza de ánimo y su entrega generosa a Cristo y a su Iglesia ("Amor meus Crucifixus est", es el lema de su escudo, como el de Santa Brígida de Suecia) iniciaron y prosiguieron su Causa de Canonización sin más intención que la de glorificar a Dios en su Siervo.
Pero, en 1698, el P. Tirso González, General de la Compañía de Jesús, temiendo que la canonización de Palafox hiciera de caja de resonancia a la denuncia que el Obispo de Puebla había hecho al Papa sobre la conducta menos correcta de algunos jesuitas, creyó oportuno, para salvaguardar el honor de la Compañía, impedir la introducción de la Causa. Y lo consiguió en 1699, presentando como obstáculo principal la carta escrita por Palafox a Inocencio X el 8 de enero de 1649.
Eso explica por qué el Proceso estuvo en suspenso hasta 1726, en que el Papa Benedicto XIII, asesorado por el Promotor de la Fe Próspero Lambertini, firmó la Introducción de la Causa y se pusieron en marcha los Procesos Apostólicos.
En 1758 hubo otro intento, por parte de la Compañía, de bloquear el Proceso, alegando la carta de Palafox a Inocencio X como obstáculo para la aprobación de sus escritos. Pero intervino personalmente en su defensa Benedicto XIV ‑ que como Promotor de la Fe había asesorado al Papa 30 años antes ‑ y con la aprobación de los escritos, incluida la famosa carta, se entró en la fase conclusiva del Proceso, o sea, la discusión sobre las Virtudes, en las Congregaciones acostumbradas: Antepreparatoria (1771), Preparatoria (1775) y General (1777).
Pero, como en esta última, celebrada el 28 de enero de 1777, nuestro Venerable tuvo 26 votos favorables y 15 contrarios, el Papa difirió la promulgación del Decreto sobre las Virtudes heroicas que solía tener lugar algún tiempo después de dicha Congregación.
A partir de ese momento nos encontramos con una doble tradición: mientras, por una parte, los promotores de la Causa siguen trabajando y esperando, por otra, se escribe y se repite en libros de historia que la Causa de Palafox fue abandonada para siempre en 1777.
En los años de Obispo de Puebla de los Angeles (1640 -1653) no fue menor su celo pastoral y su entrega al servicio del pueblo de Dios en el desempeño de la misión que la Iglesia y el Estado le habían confiado. Y, aunque encontró resistencias y dificultades, no por ello desistió en sus esfuerzos por promover la disciplina eclesiástica y elevar el nivel religioso y cultural de sus fieles y súbditos. Los testigos de los Procesos de Canonización, al referirse a ese período, admiran su amor a los pobres, su espíritu de fe, su profunda vida de oración, su celo pastoral, su prudencia, su tesón, su paciencia, su desinterés, en una palabra, afirman que practicó todas las virtudes en grado heroico. Por otro lado, algunos de los que tuvieron que experimentar el rigor de la justicia aplicada por el Regio Visitador, o las consecuencias de las intervenciones del Obispo en defensa de la disciplina eclesiástica, no sólo no vieron virtudes en él, sino que le atribuyeron intenciones torcidas y hasta vicios declarados, infamándolo con informes calumniosos enviados a Madrid y a Roma.
Quienes convivieron con Palafox y conocieron de cerca su grandeza de ánimo y su entrega generosa a Cristo y a su Iglesia ("Amor meus Crucifixus est", es el lema de su escudo, como el de Santa Brígida de Suecia) iniciaron y prosiguieron su Causa de Canonización sin más intención que la de glorificar a Dios en su Siervo.
Pero, en 1698, el P. Tirso González, General de la Compañía de Jesús, temiendo que la canonización de Palafox hiciera de caja de resonancia a la denuncia que el Obispo de Puebla había hecho al Papa sobre la conducta menos correcta de algunos jesuitas, creyó oportuno, para salvaguardar el honor de la Compañía, impedir la introducción de la Causa. Y lo consiguió en 1699, presentando como obstáculo principal la carta escrita por Palafox a Inocencio X el 8 de enero de 1649.
Eso explica por qué el Proceso estuvo en suspenso hasta 1726, en que el Papa Benedicto XIII, asesorado por el Promotor de la Fe Próspero Lambertini, firmó la Introducción de la Causa y se pusieron en marcha los Procesos Apostólicos.
En 1758 hubo otro intento, por parte de la Compañía, de bloquear el Proceso, alegando la carta de Palafox a Inocencio X como obstáculo para la aprobación de sus escritos. Pero intervino personalmente en su defensa Benedicto XIV ‑ que como Promotor de la Fe había asesorado al Papa 30 años antes ‑ y con la aprobación de los escritos, incluida la famosa carta, se entró en la fase conclusiva del Proceso, o sea, la discusión sobre las Virtudes, en las Congregaciones acostumbradas: Antepreparatoria (1771), Preparatoria (1775) y General (1777).
Pero, como en esta última, celebrada el 28 de enero de 1777, nuestro Venerable tuvo 26 votos favorables y 15 contrarios, el Papa difirió la promulgación del Decreto sobre las Virtudes heroicas que solía tener lugar algún tiempo después de dicha Congregación.
A partir de ese momento nos encontramos con una doble tradición: mientras, por una parte, los promotores de la Causa siguen trabajando y esperando, por otra, se escribe y se repite en libros de historia que la Causa de Palafox fue abandonada para siempre en 1777.
He aquí, brevemente, lo que se ha hecho desde entonces:
En 1786 Pío VI concedió la celebración de una nueva Congregación General, en respuesta a las instancias del Rey de España y "de Arzobispos, Obispos, Iglesias, Cabildos, Reinos, Ciudades y Villas que tienen voto en Cortes, y de todos sus dominios en Indias y en España, de las Universidades insignes de su Reino". Pero, cuando ya se habían hecho los preparativos para la nueva discusión, las circunstancias políticas de fin de siglo, que culminaron con el exilio del Papa, interrumpieron la actividad de la Congregación de Ritos sin que se llegase a celebrar dicha Congregación General.
A mediados del siglo XIX se intentó reanudar el íter de la Causa y Pío IX concedió en 1852 que se volviese a discutir "cum iisdem scripturis"; pero no se logró celebrar la Congregación nuevamente concedida por el Papa.
El 20 de febrero de 1998, siendo Postulador de la Causa el P. Benito Gangoiti, O.P., se volvió a presentar en la Congregación para las Causas de los Santos ‑ en base a las concesiones de Pío VI y de Pío IX ‑ la Positio de fines del siglo XVIII (Summarium de 1770, 1.192 p., y Elenchus Actuum heroicorum de 1792, 847 p.) integrada con la biografía moderna de Sor Cristina de la Cruz de Arteaga y Falguera (Sevilla 1985, 640 p.). Pero las autoridades de la Congregación juzgaron oportuno posponer el examen de la Positio, programada por el Relator General para fines de 1998, y pedir ulteriores aclaraciones.
El 28 de julio de 2000 se presentó una Informatio suppletiva (174 + 233 p.) y el 1 de octubre de 2001 el texto completo de los votos negativos de 1777 con una ulterior respuesta a los mismos (385 p.).
El 26 de abril de 2002 se pidió al Obispo de Osma la instrucción de un Proceso diocesano super continuatione famae sanctitatis et signorum, para tener la garantía canónica de que la fama de santidad del Siervo de Dios nunca se interrumpió, a pesar de todos los obstáculos que tuvo que superar su Proceso de Canonización. Dicho Proceso fue entregado en la Congregación para las Causas de los Santos el día 6 de junio de 2003.
La Positio, en su tercera redacción, fue finalmente examinada, a nivel de Consultores Históricos, el 24 de septiembre de 2002.
En respuesta a las Observaciones de carácter histórico, formuladas en dicha Sesión por algunos de los Rev.mos Consultores, se preparó un nuevo volumen de 882 páginas (700 de textos del Venerable: Vida Interior, Cartas al Papa, al Rey, etc.), que fue presentado a la Congregación el 22 de mayo de 2003.
Dicha Respuesta fue examinada por los mismos Consultores Históricos en una nueva Sesión celebrada el día 27 de enero de 2004.
A partir de ese momento está previsto el examen de la Positio, primero, por parte del Congreso peculiar de Consultores Teólogos y, luego, en la Congregación de Cardenales y Obispos. Si la respuesta de ambos tribunales es afirmativa, el Santo Padre procede a la Promulgación del Decreto sobre las Virtudes heroicas.
Tras la promulgación del Decreto se pasará al estudio de un presunto milagro, atribuido a la intercesión del Siervo de Dios, presentado ya en 1769, pero que no ha podido ser examinado todavía por faltar el requisito previo, o sea, el Decreto sobre las Virtudes que se está esperando desde el 28 de enero de 1777.
En fe,
Roma 28 de enero de 2004
P. Ildefonso Moriones
Postulador General O.C.D.
y Postulador de la Causa del Ven. Palafox
En 1786 Pío VI concedió la celebración de una nueva Congregación General, en respuesta a las instancias del Rey de España y "de Arzobispos, Obispos, Iglesias, Cabildos, Reinos, Ciudades y Villas que tienen voto en Cortes, y de todos sus dominios en Indias y en España, de las Universidades insignes de su Reino". Pero, cuando ya se habían hecho los preparativos para la nueva discusión, las circunstancias políticas de fin de siglo, que culminaron con el exilio del Papa, interrumpieron la actividad de la Congregación de Ritos sin que se llegase a celebrar dicha Congregación General.
A mediados del siglo XIX se intentó reanudar el íter de la Causa y Pío IX concedió en 1852 que se volviese a discutir "cum iisdem scripturis"; pero no se logró celebrar la Congregación nuevamente concedida por el Papa.
El 20 de febrero de 1998, siendo Postulador de la Causa el P. Benito Gangoiti, O.P., se volvió a presentar en la Congregación para las Causas de los Santos ‑ en base a las concesiones de Pío VI y de Pío IX ‑ la Positio de fines del siglo XVIII (Summarium de 1770, 1.192 p., y Elenchus Actuum heroicorum de 1792, 847 p.) integrada con la biografía moderna de Sor Cristina de la Cruz de Arteaga y Falguera (Sevilla 1985, 640 p.). Pero las autoridades de la Congregación juzgaron oportuno posponer el examen de la Positio, programada por el Relator General para fines de 1998, y pedir ulteriores aclaraciones.
El 28 de julio de 2000 se presentó una Informatio suppletiva (174 + 233 p.) y el 1 de octubre de 2001 el texto completo de los votos negativos de 1777 con una ulterior respuesta a los mismos (385 p.).
El 26 de abril de 2002 se pidió al Obispo de Osma la instrucción de un Proceso diocesano super continuatione famae sanctitatis et signorum, para tener la garantía canónica de que la fama de santidad del Siervo de Dios nunca se interrumpió, a pesar de todos los obstáculos que tuvo que superar su Proceso de Canonización. Dicho Proceso fue entregado en la Congregación para las Causas de los Santos el día 6 de junio de 2003.
La Positio, en su tercera redacción, fue finalmente examinada, a nivel de Consultores Históricos, el 24 de septiembre de 2002.
En respuesta a las Observaciones de carácter histórico, formuladas en dicha Sesión por algunos de los Rev.mos Consultores, se preparó un nuevo volumen de 882 páginas (700 de textos del Venerable: Vida Interior, Cartas al Papa, al Rey, etc.), que fue presentado a la Congregación el 22 de mayo de 2003.
Dicha Respuesta fue examinada por los mismos Consultores Históricos en una nueva Sesión celebrada el día 27 de enero de 2004.
A partir de ese momento está previsto el examen de la Positio, primero, por parte del Congreso peculiar de Consultores Teólogos y, luego, en la Congregación de Cardenales y Obispos. Si la respuesta de ambos tribunales es afirmativa, el Santo Padre procede a la Promulgación del Decreto sobre las Virtudes heroicas.
Tras la promulgación del Decreto se pasará al estudio de un presunto milagro, atribuido a la intercesión del Siervo de Dios, presentado ya en 1769, pero que no ha podido ser examinado todavía por faltar el requisito previo, o sea, el Decreto sobre las Virtudes que se está esperando desde el 28 de enero de 1777.
En fe,
Roma 28 de enero de 2004
P. Ildefonso Moriones
Postulador General O.C.D.
y Postulador de la Causa del Ven. Palafox
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