- Los burgueses de Portugal y España necesitaban nuevos mercado.
- El interés de los nobles por acrecentar su fortuna ya sea en dinero, tierras o siervos.
- Las monarquías reinantes necesitaban metales preciosos para afrontar enormes gastos de la corte, ejércitos, palacios y los cada vez más funcionarios.
-Grupos de hombres que por cuenta propia salían mar adentro con intensiones de enriquecerse fácilmente.
-La ruta de las especias, utilizada ampliamente para la conservación de los alimentos, era muy lenta e insegura pues estaba controlada por los turcos. Además la cantidad de mercadería transportada era poca para tanta demanda.
Los primeros en expandirse fueron los portugués, pero con fines más modestos, sólo les interesaba el norte de África, para controlar el abastecimiento de oro, hasta entonces en poder de los turcos. Debieron someter a los turcos de esa región.
COLON CRISTÓBAL
La vida de Cristóbal Colón, descubridor del Nuevo Mundo, está llena de incertidumbre y confusión. No sólo se ignora todo lo referente a su niñez y juventud, sino que también existen grandes lagunas con respecto a la época de su gloria. Un punto muy discutido es el lugar de su nacimiento. La documentación más valiosa procede de los archivos de Génova y parece que actualmente no puede dudarse del origen italiano del descubridor.
En Portugal vivió Colón algunos años y allí contrajo
matrimonio con Felipa Moniz Perestrelo, hija de un marino genovés.
Colón poseía bastantes conocimientos geográficos, entre ellos el de la esfericidad de la Tierra, aunque atribuía a ésta un perímetro ecuatorial muy inferior al real. Creía, de acuerdo con lo expuesto en la obra Imago Mundi, que las costas occidentales de Europa estaban separadas de las orientales de Asia por un brazo de mar de corta extensión.
Decidido a llegar a las Indias navegando hacia el Oeste, Cristóbal Colón quiso tentar a la corona portuguesa para emprender este viaje. Estos no se interesaron pues tenían éxito con sus campañas por África.
Por el contrario la corona de Castilla y Aragón, de España, se interesó por esta propuesta, debido a las necesidades antes indicadas y además deseaban encontrar una alternativa de viaje distinta a las controladas por los portugueses hasta ese momento. No obstante se demoró siete años en encarar el proyecto definitivo, porque hasta 1492 la meta fija de este reino fue el de vencer a los musulmanes que ocupaban parte de España.
En Abril de 1492, se firmó un acuerdo, en el cual Colón recibiría el almirantazgo perpetuo, el virreinato y la gobernación de las tierras descubiertas, más la décima parte de los tesoros que hallase.
Tres pequeñas embarcaciones compuesta por 90 hombres, casi todos criminales presos, partieron del puerto de Palos el 3 de Agosto de 1492 (no se embarcó desde el puerto de Cáliz, porque en ese momento se estaba embarcando a los judíos expulsados de España).
Luego de más de dos meses de navegación, Colón encontró tierra, pensando que había llegado a las Indias. Portaba una carta para el emperador de China, pero se sorprendió al ver salvajes desnudos que sólo querían brazaletes. No halló ni especias, ni oro, pero de todos modos su viaje abrió un nuevo camino para otros europeos, que sí lograron enriquecerse. A pesar que hizo tres viajes más nunca se dio cuenta que había descubierto otro continente. Un año después Martín Waldseemuller, imprimió 1000 copias de nuevo mundo.
Colón realizó otros tres viajes a las tierras recién descubiertas.
El segundo fue una verdadera expedición colonizadora, pues constaba de 17 buques cargados con toda clase de plantas y animales, y una tripulación de 1.500 hombres. Fue explorada la mayor parte de la zona ocupada por las Pequeñas Antillas. Cuando llegaron a La Española, hallaron completamente destruido el fuerte Natividad. Los españoles que lo guardaban habían muerto a manos de los indígenas.
En el tercer viaje descubrióse la isla Trinidad y se llegó al continente en la desembocadura del Orinoco. Al arribar a la isla Española hallaron la colonia en plena insurrección, debida a los malos tratos de que eran objeto los indios y a la indisciplina de la soldadesca. Cuando los Reyes Católicos tuvieron noticias de tal anarquía, enviaron a un juez llamado Francisco de Bobadilla, quien encarceló a Colón y a sus hermanos Diego y Bartolomé y los envió a España encadenados.
Los Reyes rehabilitaron a Colón y lamentaron el excesivo rigor de Bobadilla, en sustitución del cual enviaron a Nicolás de Ovando.
El 11 de mayo de 1502 Colón emprendió su cuarto y último viaje, aunque por Real Cédula se le prohibió tocar en La Española. Con cuatro naves se dirigió a las islas Canarias y continuó rumbo al Mar de las Antillas, que atravesó torciendo hacia el SO. Llegó al continente y descubrió el cabo de Honduras, costa de los Mosquitos, Costa Rica y Veragua. La navegación de retorno fue dificilísima debido a los temporales. Se perdieron dos naves y las dos restantes quedaron completamente inservibles para la navegación. Tras penalidades
sin cuento fueron recogidos por carabelas enviadas por Ovando y regresaron por fin a España el día 4 de noviembre de 1504. Pocos días después fallecía su protectora la reina Isabel. Colón, enfermo y achacoso, con su fortuna embargada para responder de sus deudas, falleció en Valladolid el día 21 de mayo de 1506. Lo realmente curioso de la historia del gran navegante es el hecho de que murió sin enterarse de que había
descubierto un nuevo mundo, pues Colón estaba convencido de que las tierras visitadas en sus cuatro viajes eran las mismas que los portugueses habían alcanzado por el Sur de Africa, es decir, a las tan anheladas islas de las especias.
OTRA BIOGRAFÍA
(Génova?, 1451-Valladolid, 1506)
Descubridor, navegante y mercader genovés. De origen humilde –sus padres eran artesanos– comenzó vinculado al negocio de tejeduría de su padre. Poco se sabe de los primeros años de su vida. Aficionado a la navegación desde muy joven, Cristóbal Colón se formó en ella de modo autodidacta y sus primeras prácticas fueron al servicio de diferentes casas mercantiles genovesas.
En 1476 se dirigió a Flandes como integrante de la tripulación de una flota comercial, pero a la altura del cabo de San Vicente su barco naufragó, al parecer a causa de un ataque de piratas, aunque también podría haber sido la escuadra francesa; Colón consiguió salvarse alcanzando la costa a nado.
Desde entonces Cristóbal Colón fijó su residencia en Lisboa, donde pasó al servicio de la colonia genovesa. Casó con Felipa Moniz De Perestrello, cuyo padre se hallaba vinculado a las empresas descubridoras portuguesas, que a la sazón estudiaban la manera de encontrar una alternativa a la ruta de las especias; gracias a ello, se fue orientando hacia empresas geográficas y científicas, y poco a poco abandonó las comerciales.
Cristóbal Colón estudió cartografía, matemáticas y astronomía, y al fin, siguiendo las teorías, aunque erróneas, del humanista florentino Toscanelli sobre la esfericidad de la Tierra, presentó a Juan II de Portugal el proyecto de alcanzar el gran foco del mercado oriental de las especias navegando hacia occidente. Se creía más breve esta ruta, puesto que los mapas no consideraban la presencia intermedia de otro continente.
Rechazada la propuesta, acudió a la corte de Castilla, donde la idea se sometió a una junta. Colón, desalentado, comenzaba a plantearse la posibilidad de presentarse al rey de Francia, cuando los reyes castellanos apoyaron la expedición, dado que, en caso de éxito, suponía una excelente oportunidad de expansión.
En abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fe, donde se concedió a Colón el título de virrey y almirante, además de los derechos sobre la décima parte de lo obtenido en las tierras alcanzadas. Cristóbal Colón partió de Huelva con tres embarcaciones llamadas Santa María, Pinta y Niña.
El viaje resultó más largo de lo previsto, debido a la confusión geográfica inicial. En octubre del mismo año, la flotilla alcanzó las tierras de Guanahaní, en las Bahamas, isla que Colón bautizó como San Salvador; después arribaron a las islas Fernandina, Isabela, Santa María, Juana (Cuba) y La Española. En esta última Colón instaló un fuerte y dejó la nao Santa María. Regresó con las otras dos carabelas, que, a causa de un temporal, llegaron por separado, una a Galicia y la otra a Lisboa, hecho este que dio origen a una disputa diplomática entre Juan II de Portugal y los Reyes Católicos acerca de los derechos sobre las islas descubiertas.
Entre 1493 y 1502 Colón realizó tres viajes más. Primero alcanzó Puerto Rico y Jamaica. En La Española, su fuerte había sido devastado por los indígenas, por lo que hubo de reconstruirlo. Después llegó a la desembocadura del Orinoco, a Trinidad y Venezuela. Por último, descubrió la costa de América Central, a la altura de Panamá, Veragua, Costa Rica y Nicaragua. No obstante, fracasó por completo como gobernador de aquellas tierras.
Se ha creído que Cristóbal Colón murió pobre y no fue así, ya que conservó de por vida sus privilegios. Pocos personajes históricos han sido tan investigados como Cristóbal Colón, y su biografía ha suscitado todo tipo de polémicas acerca de su origen, las fechas de su nacimiento y su muerte, e incluso cuál fue el primer lugar en que puso pie. Lo que sí se debe señalar es que murió convencido de que había alcanzado tierras asiáticas. A Américo Vespuccio correspondería desvelar la verdadera identidad del llamado Nuevo Mundo.
CRISTÓBAL COLÓN (¿?Génova, 1451 - ¿?Valladolid, 1506) ]
Navegante y descubridor de América. Casi todo lo relativo a Cristóbal Colón está rodeado de polémica o permanece en el misterio: nombre, lugar y fecha de su nacimiento, educación, viajes, amigos, valores éticos, locura, de todo se ha dudado. El primero en meter desorden fue su propio hijo Fernando, cuando en la Vida del Almirante (1571), aseguró que su padre «quiso que su patria y origen fuesen menos ciertos y conocidos», y que de sus viajes y navegaciones «no tengo plena noticia puesto que él murió cuando aún no tenía yo ni atrevimiento ni familiaridad bastante por el respeto filial para osar preguntarle tales cosas». A juzgar por los relatos de sus coetáneos, Colón fue gente de mar desde muy joven, cartógrafo como su hermano Bartolomé y conocía tanto el Mar del Norte como el Mediterráneo. Pero los historiadores desde hace un siglo han puesto en tela de juicio si Colón, como afirman los españoles, y Colombo, como lo identifican los italianos, son o no una misma persona. Ciertamente la familia de Cristóforo Colombo era de operarios manuales-tejedores y laneros unos, vinateros otros- y por esa razón se sostuvo la tesis de que el hijo de Dominico Colombo y Susana Fontanarosa, nacido entre el 28 de agosto y el 31 de octubre de 1451, al parecer en Génova o en alguna ciudad del Genovesado, fue cardador de lana y no tuvo nada que ver con el intrépido navegante "descubridor" del Nuevo Mundo. Que Colón y Colombo eran dos personas distintas lo demostró en 1921 el académico Ricardo Beltrán y Rózpide. Que Colón pudo ser español, judío cuya familia había emigrado a Italia una o dos generaciones atrás, lo argumentó Salvador de Madariaga. Que era catalán, lo afirmó Luis Ulloa. En medio de tan singulares polémicas, la Real Academia de Historia de Madrid concluyó en 1926 «que si bien hasta ahora es cierto que no hay prueba suficiente para declarar que Colón nació en Pontevedra, tampoco la hay de que nació en Génova». En 1953 la prensa internacional dio noticia, al parecer definitiva, de que Colón había nacido en Casale Monferrato. Otros exigieron que se reconociera a Cataluña como patria del Almirante, argumentando que el Documento Borromei, atribuido al protector de Pedro Mártir de Anglería, demostraba que había nacido en Mallorca. Pero los historiadores, escépticos ahora, no han hecho más que tomar nota de las discrepancias. La enigmática firma de Colón sigue siendo, 500 años después, otro misterio sin descifrar. Algunos han visto en ella la estrella de David, disimulada entre las letras; otros, en cambio, la traducen invocación latina de origen cristiano. El hecho de que Colón no haya escrito en italiano, porque no sabía la lengua, sino en español, aunque salpicado de galleguismos, y que impuso muchos nombres españoles a los lugares que visitó, hace aún más sospechoso su lugar de origen. En 1990, un autorizado historiador italiano, Paolo Emilio Taviani, realizó una cuidadosa tarea de divulgación y estudio de las tesis genovesistas respecto a Colón. Sin embargo subsiste la duda sobre la identidad entre el navegante Colón y el lanero Colombo. Es desconcertante que ni retratos auténticos haya de Colón: de una treintena de pinturas, algunas tan populares como el anónimo existente en la Galería Giovio, en Como, o el de Sebastián de Piombo, en el Museo Metropolitano de Nueva York, todas las treinta son apócrifas. Los años mozos de Colón se desconocen. Los de Colombo están en tela de juicio. De éste se dice que estudió en Pavía, pero ningún documento avala la aserción. Que vivió en Savona en 1473, cuando trabajaba para casas comerciales genovesas, parece cierto, al igual que su radicación en Portugal en 1479. Al año siguiente se casó con Felipa Moniz, hija de Bartolomé de Perestrello, capitán de Puerto Santo. Es la época en que leyó la Imago Mundi de Pedro d'Ailly y la Historia Rerum Libique Gestarum del papa Eneas Silvio Piccolomini. Entre 1485 y 1486 se estableció en Castilla, ya dedicado totalmente a promover su proyecto del viaje transoceánico. Es, justamente, la época en que conoció, al decir de Juan Manzano y Manzano, el viaje del protonauta Alonso Sánchez de Huelva, y el momento en que se consolidó lo que la historia conoce como "el secreto de Colón". Como se sabe, Colón nunca pudo explicar con suficiencia las razones que tenía para su proyectado viaje «a levante por poniente». Conociendo la existencia de tierra firme al oeste con el nombre de India Oriental como estaba pintado en los mapas de Martellus de 1489, sabiendo que a 750 leguas aproximadamente se extendía el enorme archipiélago antillano, que desde Marco Polo se creía parte de Cipango (Japón), Colón no podía revelar la fuente de su información a los eruditos del reino, por la simple razón de que no convenía a sus planes de obtener prebendas y recompensas: conoció la ruta en la bitácora de Sánchez de Huelva, muerto en su casa de Madera en 1484. Acosado por su conciencia y por las presiones de los sabios que exigían documentos probatorios para avalar su proyecto, le confió su secreto al fraile de La Rábida, Antonio de Marchena. Sin embargo, el desarrollo mismo del primer viaje trasatlántico de 1492 dejó al descubierto suficientes indicios de lo dicho aquí. Veamos algunos:
El texto de las Capitulaciones de Santa Fe, signadas el 17 de abril de ese año, admiten claramente que Colón descubrió islas y tierra firme en los mares occidentales. Literalmente dice que Colón «ha descubierto», así, en pasado y como hecho cumplido.
La seguridad en la ruta trazada este-oeste, casi en línea recta por la latitud 28 norte, desde la Isla Gomera, si bien no llevaba más que confusamente a las islas antillanas, muestra un conocimiento claro de tierras al otro lado del océano. La ruta de regreso siguiendo la corriente del Gulf Stream, suroeste-al-nordeste, es otro acierto y otro misterio no suficientemente aclarado.
El mapa que llevaba Martín Alonso Pinzón, consultado en altamar y conocido durante "los pleitos colombinos", era una copia del Martellus traído de Roma, de la biblioteca del papa Inocencio VIII, fechado en 1489, donde explícitamente aparece el litoral suramericano.
La doble contabilidad llevada durante el primer viaje, demuestra que se tenía una distancia estimada y prevista de unas 750 leguas marinas, calculada porque se tenía conocimiento de las distancias por recorrer, bien por Martellus, Behaim, por Pinzón o por sí mismo.
La carta-credencial para el Gran Can, por triplicado, delata una misión predeterminada y un objetivo político del viaje, no evangelizador, puesto que en el primer viaje no iba ningún cura y sí un intérprete políglota, Luis de Torres, judío que hablaba «hebraico, arábigo y algo de caldeo>. Allí se le ordena dar embajada ante los príncipes de Oriente y referirles la situación de España después de la expulsión de moros y judíos.
En efecto, en el proemio a su Diario de viaje, es patente que Colón sabía a dónde iba y a qué, pues no tendría objeto darle informes al Gran Can de la estrategia antimusulmana y antijudía de los reyes si no era con el propósito de buscar su alianza.
La confirmación de los privilegios otorgados al Almirante el 28 de marzo de 1493, después del primer viaje, se apresura a otorgarle nombramiento de Virrey de las islas y tierra firme, cuando sólo se habían hallado seis islas y apenas habían transcurrido trece días de su regreso.
La insólita bula papal, imprudente y precipitada, qué encomia el viaje "descubridor" de Colón y prepara los tratados de partición del mundo, cuando apenas el almirante pisaba, de retorno, tierra hispana.
Fernando Colón, en la biografía de su padre, dejó testimonio de la manera solapada y de los ardides de que se valió para decir su verdad a medias, ante las juntas de sabios convocadas para examinar el proyectado primer viaje: «Como en aquellos tiempos no había tantos cosmógrafos como hay ahora, los que se reunieron no entendían lo que debían, ni el Almirante se quería dejar entender del todo, por temor a que ocurriese lo mismo que en Portugal y se alzasen con el santo y la limosna». Pero Marchena sí conoció la verdad de todo, y ese es un nuevo indicio revelador. Gonzalo Fernández de Oviedo afirma que Marchena fue «la persona sola de aquesta vida a quien Colón más comunicó de sus secretos». Pero como tampoco los podía revelar, porque los había conocido bajo el secreto de la confesión, el fraile se las ingenió para decirle a los Reyes Católicos «que era verdad lo que el Almirante decía», y a Martín Alonso Pinzón que «fuese a descubrir las Indias que placería a Dios que habían de hallar tierra». El propio Colón aceptó después, que en los siete o casi ocho años que duró su lucha por obtener apoyo oficial a su plan de viaje, «no halló persona que no los tuviese en burla salvo aquel padre fray Alonso de Marchena». ¿Qué otra cosa pudo revelar Colón a Marchena sino el origen y las pruebas de su ambicioso proyecto? Aún más, información suficiente sobre Sánchez de Huelva, primer español en llegar a tierras americanas (Haití, 1484 ó 1485), consta en muchos escritores antiguos, como Bernardo Aldrete, Roderigo Caro, Juan de Solórzano, Fernando Pizarro, Agustino Torniel, Petrus de-Maliz, Gregorio García, Juan de Torquemada, Juan Bautista Riccioli, Gonzalo Fernández de Oviedo, Francisco López de Gómara, Girolamo Benzoni, y el ilustre autor de los Comentarios Reales, Garcilaso Inca de la Vega. Los cuatro viajes de Cristóbal Colón tuvieron distintas motivaciones, y aunque existe consenso sobre el segundo y el tercero, que se llevaron a cabo para dar embajada al Gran Can y para atesorar oro y perlas, respectivamente, y sobre el cuarto o «alto viaje», para buscar el estrecho que permitiera llegar a las Molucas, en el Sinus Magnus, no ha sido posible un acuerdo sobre la finalidad del primer viaje colombino. Que se toparía con tierra firme de la India Oriental, donde se entrevistaría con el Gran Can, era previsible, pero no han escaseado las suposiciones casualistas que, desde hace medio milenio, han entorpecido las investigaciones. Las teorías sobre la "casualidad", "encuentro fortuito" o "providencial" de América sólo han servido para encubrir el reparto del continente entre las dos potencias católicas, España y Portugal, para justificar el despojo de tierras de los indios y explicar la subsiguiente guerra de exterminio o de conquista, de la que Colón, por cierto, fue ajeno. Al amanecer del 3 de agosto de 1492 salió de Palos, a orillas del río Tinto, la pequeña flota compuesta por dos carabelas, La Pinta y La Niña, y una nao, la Marigalante, rebautizada como Santa María. Todo el viaje costaría alrededor de dos millones de maravedís, de los cuales los banqueros genoveses de la Casa Berardi pusieron una cuarta parte prestada a Colón, los Pinzón y los Niño otro tanto, y los Reyes Católicos la otra mitad, representada en las carabelas. El primer viaje, de 32 semanas, se podría dividir en seis etapas. La primera, de Palos a Canarias, entre el 3 y el 19 de agosto, cuando llegaron a las Canarias, islas ya castellanas y de las que no se podía sobrepasar al sur por prohibirlo el Tratado de Alcazovas. Colón sabía, empero, que podía navegar hacia el oeste siguiendo los alisios del norte, a lo largo del paralelo 28. La segunda etapa cubre hasta el 12 de octubre, viernes, en que se afirma que vieron tierra los navegantes. Es curioso que, contra lo que se cree, ni un solo documento coetáneo, ni siquiera el Diario de Colón, citado por Bartolomé de las Casas, confirme esa fecha de manera explícita. Colón aseguró haber sido él en persona quien avistara una lucecilla a eso de las dos de la mañana. La superstición fraguada después sirvió para despojar al judío converso Juan Rodríguez Bermej, llamado Rodrigo de Triana, del premio de diez mil maravedís y un jubón de seda a quien primero viera tierra; pero fue este hombre quien gritó desde el palo mayor de La Pinta (no desde la Santa María): «Waana Hen-I» (¡He ahí tierra!), de modo que lo entendieron sólo Colón y Torres, el judío. La tercera etapa del viaje llega al 16 de enero, cuando Colón se creyó en el archipiélago japonés y próximo al Sinus Magnus. Tan apremiado estaba por entregar las credenciales de embajador al Gran Can, que al pasar por Cuba envió a sus emisarios a buscarlo. Con la misma idea se le adelantó Pinzón, y así llegó a Haití, pensando en Cipango. La cuarta etapa ya es de regreso, Colón llegó entonces a las Azores, el 17 de febrero, por ruta equivocada debido a una tormenta. De las Azores a Lisboa cubre la quinta etapa. Durante el imprevisto encuentro con el rey de Portugal, se le notificó a Colón que las islas al norte y al occidente de las Azores eran lusitanas, en virtud del Tratado de Alcazovas de 1479. Más adelante, Portugal reivindicó Terranova, Labrador y Brasil como posesiones suyas. En fin, la sexta etapa concluye justamente en Palos, el 15 de marzo de 1493. La noticia de su regreso no causó, de momento, mayor interés, excepto en los marineros y sus familiares. Dos meses después, en carta a Juan Borromeo, Pedro Mártir de Anglería contó así el suceso: «Un tal Chistophorus Colunus retornó de las antípodas occidentales; es un ligur que enviado por mis reyes, con solo tres barcos penetró en aquella provincia reputada por fabulosa, volviendo con pruebas palpables, muchas cosas preciosas y en particular oro, que se produce en aquella naturalmente. Pero pasemos a cosas menos ajenas». El segundo viaje, del 25 de septiembre de 1493 al 11 de junio de 1496, encaminado a establecer asentamientos coloniales y recuperar la inversión mediante captura de perlas y oro, fue el más numeroso y el más prolongado de los viajes colombinos. Visitó las Antillas menores y la isla de Puerto Rico. A su paso por la isla Tortuga, de Haití, constató la mala suerte que había acompañado a los primeros colonos que se habían instalado en Natividad. Al parecer, rivalidades internas surgidas entre los habitantes españoles por acopio de oro y mujeres, fueron aprovechadas por los caciques Guacanagarí, Caonabó y Mayreni para castigar a los intrusos. Sin embargo, Colón fundó Isabela (25 de diciembre), organizó una expedición a Civao (Cipango, según creían), recorrió la isla de Jamaica y Cuba por la costa meridional. Convencido de que Cuba era península asiática, hizo jurar a toda la tripulación que habían llegado al punto donde oriente y occidente se juntan. Durante el tercer viaje, cumplido entre el 30 de junio y el 18 de octubre de 1498, bojeó Suramérica sin saberlo, reconoció la embocadura del Orinoco (Mar Dulce), visitó la isla Margarita y terminó el viaje en las Antillas. En el cuarto y último viaje, Colón costeó Centroamérica, desde la isla de Guanaja, en la actual Honduras, y llegó al Darién. La idea geográfica de Colón era por entonces más confusa: cuatro veces había cambiado respecto a la insularidad o continentalidad de Cuba; buscaba el Sinus Magnus, pero, a su vez, no estaba seguro de su ubicación, de manera que cuando los indios le informaron que a sólo nueve jornadas había un gran mar, no les hizo caso; supo de la existencia de México e incluso trabó contacto con una barcaza maya o totonaca que llegó hasta Guanaja, pero no le concedió importancia. Estaba más preocupado por elaborar profecías sobre el fin del mundo. Al fin del viaje, Colón descendió por la costa de Mosquitos hasta Punta Marmórea, que aunque se la ha ubicado en Panamá, algunos autores, como Mauricio Obregón, creen que se trata de Cabo Tiburón, en el Chocó. Colón murió en 1506 en la ciudad de Valladolid, y allí mismo fue sepultado, pero en 1509 sus restos fueron exhumados para enviarlos a Sevilla, aunque otros querían que se enviaran a Triana. Luego, en 1541, fueron remitidos a Santo Domingo, en la actual, República Dominicana. Al confundirse con otros restos, se generó tal confusión que hasta el día de hoy no ha sido aclarada por los antropólogos físicos, porque cuando en 1795 Santo Domingo fue cedido a Francia, las autoridades hispanas decidieron llevarse los huesos del Almirante a La Habana y, al parecer, se llevaron equivocadamente otros. De tal suerte, en septiembre de 1857 se encontraron, otra vez en Santo Domingo, sus restos en urna de plomo bajo la inscripción «Illtro. y Esde Varon Dn Cristóbal Colón». Si a todo esto agregamos que entonces se sostuvo que los llevados a Sevilla eran los de su hijo Diego, y que veinte años después, en 1898, los supuestos huesos de Colón se llevaron a Cuba, resulta que ya nadie podrá asegurar, con propiedad, dónde se encuentran las cenizas del hombre que más estatuas tiene en el mundo por lo único que no reconoció haber sido: Descubridor de América.
- El interés de los nobles por acrecentar su fortuna ya sea en dinero, tierras o siervos.
- Las monarquías reinantes necesitaban metales preciosos para afrontar enormes gastos de la corte, ejércitos, palacios y los cada vez más funcionarios.
-Grupos de hombres que por cuenta propia salían mar adentro con intensiones de enriquecerse fácilmente.
-La ruta de las especias, utilizada ampliamente para la conservación de los alimentos, era muy lenta e insegura pues estaba controlada por los turcos. Además la cantidad de mercadería transportada era poca para tanta demanda.
Los primeros en expandirse fueron los portugués, pero con fines más modestos, sólo les interesaba el norte de África, para controlar el abastecimiento de oro, hasta entonces en poder de los turcos. Debieron someter a los turcos de esa región.
COLON CRISTÓBAL
La vida de Cristóbal Colón, descubridor del Nuevo Mundo, está llena de incertidumbre y confusión. No sólo se ignora todo lo referente a su niñez y juventud, sino que también existen grandes lagunas con respecto a la época de su gloria. Un punto muy discutido es el lugar de su nacimiento. La documentación más valiosa procede de los archivos de Génova y parece que actualmente no puede dudarse del origen italiano del descubridor.
En Portugal vivió Colón algunos años y allí contrajo
matrimonio con Felipa Moniz Perestrelo, hija de un marino genovés.
Colón poseía bastantes conocimientos geográficos, entre ellos el de la esfericidad de la Tierra, aunque atribuía a ésta un perímetro ecuatorial muy inferior al real. Creía, de acuerdo con lo expuesto en la obra Imago Mundi, que las costas occidentales de Europa estaban separadas de las orientales de Asia por un brazo de mar de corta extensión.
Decidido a llegar a las Indias navegando hacia el Oeste, Cristóbal Colón quiso tentar a la corona portuguesa para emprender este viaje. Estos no se interesaron pues tenían éxito con sus campañas por África.
Por el contrario la corona de Castilla y Aragón, de España, se interesó por esta propuesta, debido a las necesidades antes indicadas y además deseaban encontrar una alternativa de viaje distinta a las controladas por los portugueses hasta ese momento. No obstante se demoró siete años en encarar el proyecto definitivo, porque hasta 1492 la meta fija de este reino fue el de vencer a los musulmanes que ocupaban parte de España.
En Abril de 1492, se firmó un acuerdo, en el cual Colón recibiría el almirantazgo perpetuo, el virreinato y la gobernación de las tierras descubiertas, más la décima parte de los tesoros que hallase.
Tres pequeñas embarcaciones compuesta por 90 hombres, casi todos criminales presos, partieron del puerto de Palos el 3 de Agosto de 1492 (no se embarcó desde el puerto de Cáliz, porque en ese momento se estaba embarcando a los judíos expulsados de España).
Luego de más de dos meses de navegación, Colón encontró tierra, pensando que había llegado a las Indias. Portaba una carta para el emperador de China, pero se sorprendió al ver salvajes desnudos que sólo querían brazaletes. No halló ni especias, ni oro, pero de todos modos su viaje abrió un nuevo camino para otros europeos, que sí lograron enriquecerse. A pesar que hizo tres viajes más nunca se dio cuenta que había descubierto otro continente. Un año después Martín Waldseemuller, imprimió 1000 copias de nuevo mundo.
Colón realizó otros tres viajes a las tierras recién descubiertas.
El segundo fue una verdadera expedición colonizadora, pues constaba de 17 buques cargados con toda clase de plantas y animales, y una tripulación de 1.500 hombres. Fue explorada la mayor parte de la zona ocupada por las Pequeñas Antillas. Cuando llegaron a La Española, hallaron completamente destruido el fuerte Natividad. Los españoles que lo guardaban habían muerto a manos de los indígenas.
En el tercer viaje descubrióse la isla Trinidad y se llegó al continente en la desembocadura del Orinoco. Al arribar a la isla Española hallaron la colonia en plena insurrección, debida a los malos tratos de que eran objeto los indios y a la indisciplina de la soldadesca. Cuando los Reyes Católicos tuvieron noticias de tal anarquía, enviaron a un juez llamado Francisco de Bobadilla, quien encarceló a Colón y a sus hermanos Diego y Bartolomé y los envió a España encadenados.
Los Reyes rehabilitaron a Colón y lamentaron el excesivo rigor de Bobadilla, en sustitución del cual enviaron a Nicolás de Ovando.
El 11 de mayo de 1502 Colón emprendió su cuarto y último viaje, aunque por Real Cédula se le prohibió tocar en La Española. Con cuatro naves se dirigió a las islas Canarias y continuó rumbo al Mar de las Antillas, que atravesó torciendo hacia el SO. Llegó al continente y descubrió el cabo de Honduras, costa de los Mosquitos, Costa Rica y Veragua. La navegación de retorno fue dificilísima debido a los temporales. Se perdieron dos naves y las dos restantes quedaron completamente inservibles para la navegación. Tras penalidades
sin cuento fueron recogidos por carabelas enviadas por Ovando y regresaron por fin a España el día 4 de noviembre de 1504. Pocos días después fallecía su protectora la reina Isabel. Colón, enfermo y achacoso, con su fortuna embargada para responder de sus deudas, falleció en Valladolid el día 21 de mayo de 1506. Lo realmente curioso de la historia del gran navegante es el hecho de que murió sin enterarse de que había
descubierto un nuevo mundo, pues Colón estaba convencido de que las tierras visitadas en sus cuatro viajes eran las mismas que los portugueses habían alcanzado por el Sur de Africa, es decir, a las tan anheladas islas de las especias.
OTRA BIOGRAFÍA
(Génova?, 1451-Valladolid, 1506)
Descubridor, navegante y mercader genovés. De origen humilde –sus padres eran artesanos– comenzó vinculado al negocio de tejeduría de su padre. Poco se sabe de los primeros años de su vida. Aficionado a la navegación desde muy joven, Cristóbal Colón se formó en ella de modo autodidacta y sus primeras prácticas fueron al servicio de diferentes casas mercantiles genovesas.
En 1476 se dirigió a Flandes como integrante de la tripulación de una flota comercial, pero a la altura del cabo de San Vicente su barco naufragó, al parecer a causa de un ataque de piratas, aunque también podría haber sido la escuadra francesa; Colón consiguió salvarse alcanzando la costa a nado.
Desde entonces Cristóbal Colón fijó su residencia en Lisboa, donde pasó al servicio de la colonia genovesa. Casó con Felipa Moniz De Perestrello, cuyo padre se hallaba vinculado a las empresas descubridoras portuguesas, que a la sazón estudiaban la manera de encontrar una alternativa a la ruta de las especias; gracias a ello, se fue orientando hacia empresas geográficas y científicas, y poco a poco abandonó las comerciales.
Cristóbal Colón estudió cartografía, matemáticas y astronomía, y al fin, siguiendo las teorías, aunque erróneas, del humanista florentino Toscanelli sobre la esfericidad de la Tierra, presentó a Juan II de Portugal el proyecto de alcanzar el gran foco del mercado oriental de las especias navegando hacia occidente. Se creía más breve esta ruta, puesto que los mapas no consideraban la presencia intermedia de otro continente.
Rechazada la propuesta, acudió a la corte de Castilla, donde la idea se sometió a una junta. Colón, desalentado, comenzaba a plantearse la posibilidad de presentarse al rey de Francia, cuando los reyes castellanos apoyaron la expedición, dado que, en caso de éxito, suponía una excelente oportunidad de expansión.
En abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fe, donde se concedió a Colón el título de virrey y almirante, además de los derechos sobre la décima parte de lo obtenido en las tierras alcanzadas. Cristóbal Colón partió de Huelva con tres embarcaciones llamadas Santa María, Pinta y Niña.
El viaje resultó más largo de lo previsto, debido a la confusión geográfica inicial. En octubre del mismo año, la flotilla alcanzó las tierras de Guanahaní, en las Bahamas, isla que Colón bautizó como San Salvador; después arribaron a las islas Fernandina, Isabela, Santa María, Juana (Cuba) y La Española. En esta última Colón instaló un fuerte y dejó la nao Santa María. Regresó con las otras dos carabelas, que, a causa de un temporal, llegaron por separado, una a Galicia y la otra a Lisboa, hecho este que dio origen a una disputa diplomática entre Juan II de Portugal y los Reyes Católicos acerca de los derechos sobre las islas descubiertas.
Entre 1493 y 1502 Colón realizó tres viajes más. Primero alcanzó Puerto Rico y Jamaica. En La Española, su fuerte había sido devastado por los indígenas, por lo que hubo de reconstruirlo. Después llegó a la desembocadura del Orinoco, a Trinidad y Venezuela. Por último, descubrió la costa de América Central, a la altura de Panamá, Veragua, Costa Rica y Nicaragua. No obstante, fracasó por completo como gobernador de aquellas tierras.
Se ha creído que Cristóbal Colón murió pobre y no fue así, ya que conservó de por vida sus privilegios. Pocos personajes históricos han sido tan investigados como Cristóbal Colón, y su biografía ha suscitado todo tipo de polémicas acerca de su origen, las fechas de su nacimiento y su muerte, e incluso cuál fue el primer lugar en que puso pie. Lo que sí se debe señalar es que murió convencido de que había alcanzado tierras asiáticas. A Américo Vespuccio correspondería desvelar la verdadera identidad del llamado Nuevo Mundo.
CRISTÓBAL COLÓN (¿?Génova, 1451 - ¿?Valladolid, 1506) ]
Navegante y descubridor de América. Casi todo lo relativo a Cristóbal Colón está rodeado de polémica o permanece en el misterio: nombre, lugar y fecha de su nacimiento, educación, viajes, amigos, valores éticos, locura, de todo se ha dudado. El primero en meter desorden fue su propio hijo Fernando, cuando en la Vida del Almirante (1571), aseguró que su padre «quiso que su patria y origen fuesen menos ciertos y conocidos», y que de sus viajes y navegaciones «no tengo plena noticia puesto que él murió cuando aún no tenía yo ni atrevimiento ni familiaridad bastante por el respeto filial para osar preguntarle tales cosas». A juzgar por los relatos de sus coetáneos, Colón fue gente de mar desde muy joven, cartógrafo como su hermano Bartolomé y conocía tanto el Mar del Norte como el Mediterráneo. Pero los historiadores desde hace un siglo han puesto en tela de juicio si Colón, como afirman los españoles, y Colombo, como lo identifican los italianos, son o no una misma persona. Ciertamente la familia de Cristóforo Colombo era de operarios manuales-tejedores y laneros unos, vinateros otros- y por esa razón se sostuvo la tesis de que el hijo de Dominico Colombo y Susana Fontanarosa, nacido entre el 28 de agosto y el 31 de octubre de 1451, al parecer en Génova o en alguna ciudad del Genovesado, fue cardador de lana y no tuvo nada que ver con el intrépido navegante "descubridor" del Nuevo Mundo. Que Colón y Colombo eran dos personas distintas lo demostró en 1921 el académico Ricardo Beltrán y Rózpide. Que Colón pudo ser español, judío cuya familia había emigrado a Italia una o dos generaciones atrás, lo argumentó Salvador de Madariaga. Que era catalán, lo afirmó Luis Ulloa. En medio de tan singulares polémicas, la Real Academia de Historia de Madrid concluyó en 1926 «que si bien hasta ahora es cierto que no hay prueba suficiente para declarar que Colón nació en Pontevedra, tampoco la hay de que nació en Génova». En 1953 la prensa internacional dio noticia, al parecer definitiva, de que Colón había nacido en Casale Monferrato. Otros exigieron que se reconociera a Cataluña como patria del Almirante, argumentando que el Documento Borromei, atribuido al protector de Pedro Mártir de Anglería, demostraba que había nacido en Mallorca. Pero los historiadores, escépticos ahora, no han hecho más que tomar nota de las discrepancias. La enigmática firma de Colón sigue siendo, 500 años después, otro misterio sin descifrar. Algunos han visto en ella la estrella de David, disimulada entre las letras; otros, en cambio, la traducen invocación latina de origen cristiano. El hecho de que Colón no haya escrito en italiano, porque no sabía la lengua, sino en español, aunque salpicado de galleguismos, y que impuso muchos nombres españoles a los lugares que visitó, hace aún más sospechoso su lugar de origen. En 1990, un autorizado historiador italiano, Paolo Emilio Taviani, realizó una cuidadosa tarea de divulgación y estudio de las tesis genovesistas respecto a Colón. Sin embargo subsiste la duda sobre la identidad entre el navegante Colón y el lanero Colombo. Es desconcertante que ni retratos auténticos haya de Colón: de una treintena de pinturas, algunas tan populares como el anónimo existente en la Galería Giovio, en Como, o el de Sebastián de Piombo, en el Museo Metropolitano de Nueva York, todas las treinta son apócrifas. Los años mozos de Colón se desconocen. Los de Colombo están en tela de juicio. De éste se dice que estudió en Pavía, pero ningún documento avala la aserción. Que vivió en Savona en 1473, cuando trabajaba para casas comerciales genovesas, parece cierto, al igual que su radicación en Portugal en 1479. Al año siguiente se casó con Felipa Moniz, hija de Bartolomé de Perestrello, capitán de Puerto Santo. Es la época en que leyó la Imago Mundi de Pedro d'Ailly y la Historia Rerum Libique Gestarum del papa Eneas Silvio Piccolomini. Entre 1485 y 1486 se estableció en Castilla, ya dedicado totalmente a promover su proyecto del viaje transoceánico. Es, justamente, la época en que conoció, al decir de Juan Manzano y Manzano, el viaje del protonauta Alonso Sánchez de Huelva, y el momento en que se consolidó lo que la historia conoce como "el secreto de Colón". Como se sabe, Colón nunca pudo explicar con suficiencia las razones que tenía para su proyectado viaje «a levante por poniente». Conociendo la existencia de tierra firme al oeste con el nombre de India Oriental como estaba pintado en los mapas de Martellus de 1489, sabiendo que a 750 leguas aproximadamente se extendía el enorme archipiélago antillano, que desde Marco Polo se creía parte de Cipango (Japón), Colón no podía revelar la fuente de su información a los eruditos del reino, por la simple razón de que no convenía a sus planes de obtener prebendas y recompensas: conoció la ruta en la bitácora de Sánchez de Huelva, muerto en su casa de Madera en 1484. Acosado por su conciencia y por las presiones de los sabios que exigían documentos probatorios para avalar su proyecto, le confió su secreto al fraile de La Rábida, Antonio de Marchena. Sin embargo, el desarrollo mismo del primer viaje trasatlántico de 1492 dejó al descubierto suficientes indicios de lo dicho aquí. Veamos algunos:
El texto de las Capitulaciones de Santa Fe, signadas el 17 de abril de ese año, admiten claramente que Colón descubrió islas y tierra firme en los mares occidentales. Literalmente dice que Colón «ha descubierto», así, en pasado y como hecho cumplido.
La seguridad en la ruta trazada este-oeste, casi en línea recta por la latitud 28 norte, desde la Isla Gomera, si bien no llevaba más que confusamente a las islas antillanas, muestra un conocimiento claro de tierras al otro lado del océano. La ruta de regreso siguiendo la corriente del Gulf Stream, suroeste-al-nordeste, es otro acierto y otro misterio no suficientemente aclarado.
El mapa que llevaba Martín Alonso Pinzón, consultado en altamar y conocido durante "los pleitos colombinos", era una copia del Martellus traído de Roma, de la biblioteca del papa Inocencio VIII, fechado en 1489, donde explícitamente aparece el litoral suramericano.
La doble contabilidad llevada durante el primer viaje, demuestra que se tenía una distancia estimada y prevista de unas 750 leguas marinas, calculada porque se tenía conocimiento de las distancias por recorrer, bien por Martellus, Behaim, por Pinzón o por sí mismo.
La carta-credencial para el Gran Can, por triplicado, delata una misión predeterminada y un objetivo político del viaje, no evangelizador, puesto que en el primer viaje no iba ningún cura y sí un intérprete políglota, Luis de Torres, judío que hablaba «hebraico, arábigo y algo de caldeo>. Allí se le ordena dar embajada ante los príncipes de Oriente y referirles la situación de España después de la expulsión de moros y judíos.
En efecto, en el proemio a su Diario de viaje, es patente que Colón sabía a dónde iba y a qué, pues no tendría objeto darle informes al Gran Can de la estrategia antimusulmana y antijudía de los reyes si no era con el propósito de buscar su alianza.
La confirmación de los privilegios otorgados al Almirante el 28 de marzo de 1493, después del primer viaje, se apresura a otorgarle nombramiento de Virrey de las islas y tierra firme, cuando sólo se habían hallado seis islas y apenas habían transcurrido trece días de su regreso.
La insólita bula papal, imprudente y precipitada, qué encomia el viaje "descubridor" de Colón y prepara los tratados de partición del mundo, cuando apenas el almirante pisaba, de retorno, tierra hispana.
Fernando Colón, en la biografía de su padre, dejó testimonio de la manera solapada y de los ardides de que se valió para decir su verdad a medias, ante las juntas de sabios convocadas para examinar el proyectado primer viaje: «Como en aquellos tiempos no había tantos cosmógrafos como hay ahora, los que se reunieron no entendían lo que debían, ni el Almirante se quería dejar entender del todo, por temor a que ocurriese lo mismo que en Portugal y se alzasen con el santo y la limosna». Pero Marchena sí conoció la verdad de todo, y ese es un nuevo indicio revelador. Gonzalo Fernández de Oviedo afirma que Marchena fue «la persona sola de aquesta vida a quien Colón más comunicó de sus secretos». Pero como tampoco los podía revelar, porque los había conocido bajo el secreto de la confesión, el fraile se las ingenió para decirle a los Reyes Católicos «que era verdad lo que el Almirante decía», y a Martín Alonso Pinzón que «fuese a descubrir las Indias que placería a Dios que habían de hallar tierra». El propio Colón aceptó después, que en los siete o casi ocho años que duró su lucha por obtener apoyo oficial a su plan de viaje, «no halló persona que no los tuviese en burla salvo aquel padre fray Alonso de Marchena». ¿Qué otra cosa pudo revelar Colón a Marchena sino el origen y las pruebas de su ambicioso proyecto? Aún más, información suficiente sobre Sánchez de Huelva, primer español en llegar a tierras americanas (Haití, 1484 ó 1485), consta en muchos escritores antiguos, como Bernardo Aldrete, Roderigo Caro, Juan de Solórzano, Fernando Pizarro, Agustino Torniel, Petrus de-Maliz, Gregorio García, Juan de Torquemada, Juan Bautista Riccioli, Gonzalo Fernández de Oviedo, Francisco López de Gómara, Girolamo Benzoni, y el ilustre autor de los Comentarios Reales, Garcilaso Inca de la Vega. Los cuatro viajes de Cristóbal Colón tuvieron distintas motivaciones, y aunque existe consenso sobre el segundo y el tercero, que se llevaron a cabo para dar embajada al Gran Can y para atesorar oro y perlas, respectivamente, y sobre el cuarto o «alto viaje», para buscar el estrecho que permitiera llegar a las Molucas, en el Sinus Magnus, no ha sido posible un acuerdo sobre la finalidad del primer viaje colombino. Que se toparía con tierra firme de la India Oriental, donde se entrevistaría con el Gran Can, era previsible, pero no han escaseado las suposiciones casualistas que, desde hace medio milenio, han entorpecido las investigaciones. Las teorías sobre la "casualidad", "encuentro fortuito" o "providencial" de América sólo han servido para encubrir el reparto del continente entre las dos potencias católicas, España y Portugal, para justificar el despojo de tierras de los indios y explicar la subsiguiente guerra de exterminio o de conquista, de la que Colón, por cierto, fue ajeno. Al amanecer del 3 de agosto de 1492 salió de Palos, a orillas del río Tinto, la pequeña flota compuesta por dos carabelas, La Pinta y La Niña, y una nao, la Marigalante, rebautizada como Santa María. Todo el viaje costaría alrededor de dos millones de maravedís, de los cuales los banqueros genoveses de la Casa Berardi pusieron una cuarta parte prestada a Colón, los Pinzón y los Niño otro tanto, y los Reyes Católicos la otra mitad, representada en las carabelas. El primer viaje, de 32 semanas, se podría dividir en seis etapas. La primera, de Palos a Canarias, entre el 3 y el 19 de agosto, cuando llegaron a las Canarias, islas ya castellanas y de las que no se podía sobrepasar al sur por prohibirlo el Tratado de Alcazovas. Colón sabía, empero, que podía navegar hacia el oeste siguiendo los alisios del norte, a lo largo del paralelo 28. La segunda etapa cubre hasta el 12 de octubre, viernes, en que se afirma que vieron tierra los navegantes. Es curioso que, contra lo que se cree, ni un solo documento coetáneo, ni siquiera el Diario de Colón, citado por Bartolomé de las Casas, confirme esa fecha de manera explícita. Colón aseguró haber sido él en persona quien avistara una lucecilla a eso de las dos de la mañana. La superstición fraguada después sirvió para despojar al judío converso Juan Rodríguez Bermej, llamado Rodrigo de Triana, del premio de diez mil maravedís y un jubón de seda a quien primero viera tierra; pero fue este hombre quien gritó desde el palo mayor de La Pinta (no desde la Santa María): «Waana Hen-I» (¡He ahí tierra!), de modo que lo entendieron sólo Colón y Torres, el judío. La tercera etapa del viaje llega al 16 de enero, cuando Colón se creyó en el archipiélago japonés y próximo al Sinus Magnus. Tan apremiado estaba por entregar las credenciales de embajador al Gran Can, que al pasar por Cuba envió a sus emisarios a buscarlo. Con la misma idea se le adelantó Pinzón, y así llegó a Haití, pensando en Cipango. La cuarta etapa ya es de regreso, Colón llegó entonces a las Azores, el 17 de febrero, por ruta equivocada debido a una tormenta. De las Azores a Lisboa cubre la quinta etapa. Durante el imprevisto encuentro con el rey de Portugal, se le notificó a Colón que las islas al norte y al occidente de las Azores eran lusitanas, en virtud del Tratado de Alcazovas de 1479. Más adelante, Portugal reivindicó Terranova, Labrador y Brasil como posesiones suyas. En fin, la sexta etapa concluye justamente en Palos, el 15 de marzo de 1493. La noticia de su regreso no causó, de momento, mayor interés, excepto en los marineros y sus familiares. Dos meses después, en carta a Juan Borromeo, Pedro Mártir de Anglería contó así el suceso: «Un tal Chistophorus Colunus retornó de las antípodas occidentales; es un ligur que enviado por mis reyes, con solo tres barcos penetró en aquella provincia reputada por fabulosa, volviendo con pruebas palpables, muchas cosas preciosas y en particular oro, que se produce en aquella naturalmente. Pero pasemos a cosas menos ajenas». El segundo viaje, del 25 de septiembre de 1493 al 11 de junio de 1496, encaminado a establecer asentamientos coloniales y recuperar la inversión mediante captura de perlas y oro, fue el más numeroso y el más prolongado de los viajes colombinos. Visitó las Antillas menores y la isla de Puerto Rico. A su paso por la isla Tortuga, de Haití, constató la mala suerte que había acompañado a los primeros colonos que se habían instalado en Natividad. Al parecer, rivalidades internas surgidas entre los habitantes españoles por acopio de oro y mujeres, fueron aprovechadas por los caciques Guacanagarí, Caonabó y Mayreni para castigar a los intrusos. Sin embargo, Colón fundó Isabela (25 de diciembre), organizó una expedición a Civao (Cipango, según creían), recorrió la isla de Jamaica y Cuba por la costa meridional. Convencido de que Cuba era península asiática, hizo jurar a toda la tripulación que habían llegado al punto donde oriente y occidente se juntan. Durante el tercer viaje, cumplido entre el 30 de junio y el 18 de octubre de 1498, bojeó Suramérica sin saberlo, reconoció la embocadura del Orinoco (Mar Dulce), visitó la isla Margarita y terminó el viaje en las Antillas. En el cuarto y último viaje, Colón costeó Centroamérica, desde la isla de Guanaja, en la actual Honduras, y llegó al Darién. La idea geográfica de Colón era por entonces más confusa: cuatro veces había cambiado respecto a la insularidad o continentalidad de Cuba; buscaba el Sinus Magnus, pero, a su vez, no estaba seguro de su ubicación, de manera que cuando los indios le informaron que a sólo nueve jornadas había un gran mar, no les hizo caso; supo de la existencia de México e incluso trabó contacto con una barcaza maya o totonaca que llegó hasta Guanaja, pero no le concedió importancia. Estaba más preocupado por elaborar profecías sobre el fin del mundo. Al fin del viaje, Colón descendió por la costa de Mosquitos hasta Punta Marmórea, que aunque se la ha ubicado en Panamá, algunos autores, como Mauricio Obregón, creen que se trata de Cabo Tiburón, en el Chocó. Colón murió en 1506 en la ciudad de Valladolid, y allí mismo fue sepultado, pero en 1509 sus restos fueron exhumados para enviarlos a Sevilla, aunque otros querían que se enviaran a Triana. Luego, en 1541, fueron remitidos a Santo Domingo, en la actual, República Dominicana. Al confundirse con otros restos, se generó tal confusión que hasta el día de hoy no ha sido aclarada por los antropólogos físicos, porque cuando en 1795 Santo Domingo fue cedido a Francia, las autoridades hispanas decidieron llevarse los huesos del Almirante a La Habana y, al parecer, se llevaron equivocadamente otros. De tal suerte, en septiembre de 1857 se encontraron, otra vez en Santo Domingo, sus restos en urna de plomo bajo la inscripción «Illtro. y Esde Varon Dn Cristóbal Colón». Si a todo esto agregamos que entonces se sostuvo que los llevados a Sevilla eran los de su hijo Diego, y que veinte años después, en 1898, los supuestos huesos de Colón se llevaron a Cuba, resulta que ya nadie podrá asegurar, con propiedad, dónde se encuentran las cenizas del hombre que más estatuas tiene en el mundo por lo único que no reconoció haber sido: Descubridor de América.
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