Le Corbusier





Iglesia de Notre Dame du Haut en Ronchamp
Le Corbusier proyectó en 1950 la iglesia de peregrinación de Notre Dame du Haut en Ronchamp. Es una de las mejores muestras del estilo brutalista que dominó la obra del maestro franco-suizo a partir de la II Guerra Mundial.

Le Corbusier (1887-1965), sobrenombre profesional de Charles Édouard Jeanneret, pintor, arquitecto y teórico franco-suizo, al que se considera la figura más importante de la arquitectura moderna tanto por sus numerosas innovaciones como por la maestría y vigencia de sus obras.
Nació el 6 de octubre de 1887 en La Chaux-de-Fonds (Suiza), y en esta misma ciudad estudió Artes y Oficios. Trabajó dos años con el parisino Auguste Perret, pionero en la utilización arquitectónica del hormigón armado, y más tarde viajó a Alemania para colaborar esporádicamente en el estudio de Peter Behrens (donde conoció al joven Mies van der Rohe) y trabar relación con Josef Hoffmann y la Deutscher Werkbund. En 1922 se asoció en París con su primo, el ingeniero Pierre Jeanneret, y adoptó como arquitecto el seudónimo de Le Corbusier (del francés, “el cuervo”, adaptación del apellido Lecorbésier de su bisabuela), que ya había empleado con anterioridad en sus escritos.
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PINTURA Y TEORÍA
La arquitectura del movimiento moderno
A finales de la década de 1920 Le Corbusier construyó la villa Savoie, una auténtica obra maestra que se convertiría en uno de sus edificios más representativos. Esta vivienda unifamiliar resume todos los postulados teóricos de su autor que más tarde tendrían una influencia decisiva en la historia de la arquitectura contemporánea hasta nuestros días.

Aunque su principal carrera fue la de arquitecto, también practicó con acierto la pintura y la teoría artística. Como pintor se asoció a Amédée Ozenfant para fundar el movimiento purista, una corriente derivada del cubismo (véase Purismo). En 1920 fundó con él la revista L'Esprit Nouveau, para la que publicó numerosos artículos sobre sus teorías arquitectónicas. Una de sus principales aportaciones, aparte del rechazo a los estilos historicistas compartido con otros arquitectos y teóricos del movimiento moderno, es el entendimiento de la casa como una máquina de habitar (machine à habiter), en consonancia con los avances industriales que incorporaban los automóviles, los grandes transatlánticos y los nuevos aeroplanos. Sin embargo, siempre consideró fundamentales las lecciones de la arquitectura clásica.
Definió la arquitectura como 'el juego correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz', fundamentada en la utilización lógica de los nuevos materiales: hormigón armado, vidrio plano en grandes dimensiones y otros productos industriales. Sus escritos más importantes se recogen en varios libros, entre los que destacan Hacia una arquitectura (1927), La casa de los hombres (1942) y Cuando las catedrales eran blancas (1947).
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URBANISMO
Entre sus preocupaciones también destacó la necesidad de una nueva planificación urbana, adecuada a los condicionantes de la vida moderna. Una de las principales aportaciones de Le Corbusier fue la idea de liberar el territorio, construyendo una ciudad en bloques de cierta altura ubicados en grandes espacios libres y conectados por vías eficientes. Sus propuestas más radicales se recogen en la llamada Ville Radieuse, un especie de ciudad teórica que se fue concretando en numerosas propuestas (plan Voisin para París, plan Obus para Argel, Chandīgarh) y tuvo una enorme influencia en el urbanismo posterior a la II Guerra Mundial. Por otra parte, su intervención fue decisiva en el IV Congreso del CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) y en la consiguiente redacción de la Carta de Atenas. En ella se estableció definitivamente el concepto de la zonificación, basado en la especialización de los sectores urbanos respecto a las funciones básicas del hombre: habitar, trabajar, descansar y circular.
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PERIODO DE ENTREGUERRAS
Durante la década de 1920, Le Corbusier elaboró numerosos proyectos urbanísticos y residenciales, pero sólo pudo construir una serie de villas unifamiliares cercanas a París que le sirvieron para concretar sus cinco postulados sobre la nueva arquitectura: bloques elevados sobre pilotis (pilares), planta libre, fachada libre independiente de la estructura, ventanales longitudinales (fenêtre en longueur) y cubiertas planas ajardinadas. Entre los edificios de esta época destacan el pabellón del Esprit Nouveau en París (1925), auténtico manifiesto de la nueva arquitectura construido con motivo de la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París; la villa Stein en Garches (1927), cuya fachada esquemática ilustra la exigencia compositiva de los trazados reguladores; y la villa Savoie en Poissy (1929-1931), obra maestra donde se resumen todos sus postulados teóricos y se introducen nuevos conceptos como el de “paseo arquitectónico”, concretado en una rampa que conecta los sucesivos espacios interiores y exteriores, desde el garaje al solarium. Entre los proyectos no construidos cabe destacar los de la Sociedad de Naciones en Ginebra (1927) y el palacio de los Soviets en Moscú (1931), dos concursos muy ilustrativos de la actitud de las instituciones de la época ante la arquitectura del movimiento moderno.
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LA POSGUERRA
Paulatinamente, la obra de Le Corbusier evolucionó hacia un cierto carácter monumental, alentada por encargos de mayor envergadura y un creciente prestigio internacional. En la casa de Suiza de la Ciudad Universitaria de París (1931-1932) empleó por vez primera grandes pilotis de hormigón armado, primer atisbo de un estilo más expresionista, caracterizado por el empleo casi escultórico del béton brut (hormigón visto de acabado tosco), denominado por sus seguidores brutalismo.
Después de la II Guerrra Mundial acometió una de sus obras más emblemáticas, la Unidad de Habitación de Marsella (Unité d'Habitation, 1947-1952), un enorme bloque de viviendas donde cada elemento está ideado con precisión, delicadeza y una incontenible fuerza expresiva: desde la imagen majestuosa de paquebote, anclado al terreno por vigorosos pilotis y coronado por una terraza vitalista y orgánica, hasta la forma de acoplar las viviendas pasantes, el encanto colorista de las terrazas o el carácter unificador de los brise-soleil (parasoles). Además, en esta obra puso en práctica un elaborado sistema de proporciones publicado con el nombre de modulor (basado en la sucesión de Fibonacci), con cuyo manejo sutil consigue que el conjunto no pierda en ningún momento la escala humana.
En la década de 1950 proyectó otras obras de gran trascendencia, en especial la iglesia de peregrinación de Notre Dame du Haut en Ronchamp (Francia, 1950-1954), un hito paisajístico de formas fantásticas y espacio envolvente, inundado de luz coloreada; el monasterio de los dominicos de La Tourette (1957-1960), donde el silencio y la meditación inspiran esa nueva arquitectura monumental y sensible; y el planeamiento urbano de Chandīgarh, la ciudad construida en la India como nueva capital del Punjab, para cuyo capitolio proyectó los edificios de la Asamblea (1953-1961), el palacio de Justicia (1952-1956) y el Secretariado (1958). Sin embargo no cesó de explorar nuevos caminos, como muestran el pabellón Philips (1958) para la Exposición Universal de Bruselas, una estructura de paraboloides hiperbólicos, o el Centro Le Corbusier en Zurich (1963-1967), pionero de la arquitectura high-tech.
Sus aportaciones a la arquitectura del siglo XX fueron constantes, y su incesante actividad propagandística ayudó al éxito del movimiento moderno, tanto en su país de adopción (Francia) como en el resto del mundo. Sus seguidores han sido numerosos, y sus enseñanzas siguen siendo fundamentales en las escuelas de arquitectura. Defensor apasionado de la cultura mediterránea, ese mismo mar le vio morir el 27 de agosto de 1965 en Cap Martin (Francia).


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