Baltasar Gracián
"Lo bueno, si breve, dos veces bueno", frase conceptista por excelencia, corresponde al escritor Baltasar Gracián. Sagaz escrutador de lo humano, llegó a igualar a los grandes maestros de la sátira con El criticón. Este fragmento pertenece a esta obra, considerada la más representativa de la novela alegórica española.
Baltasar Gracián (1601-1658), autor español de obras didácticas, que forma con Francisco de Quevedo la pareja más destacada de los grandes prosistas del conceptismo barroco.
Nació cerca de Calatayud (Zaragoza), estudió en Toledo e hizo los votos como jesuita en 1635. Enseñó en colegios de Calatayud, Zaragoza y Tarragona y gozó de fama como predicador en Madrid. Sufrió reprensión de sus superiores por publicar sin licencia sobre asuntos mundanos, y se le prohibió hacerlo. Insistió en su rebeldía al publicar el tercer volumen de El criticón (1655), por lo que le secuestraron los papeles y se le prohibió escribir de modo taxativo. Dolido, pidió licencia para pasar a otra orden, pero en cambio le confiaron importantes cargos en el colegio de Tarazona (Zaragoza) donde murió.
Espíritu sutil y selecto, sagaz escrutador de lo humano, Gracián es el último y posiblemente el más grande de los moralistas españoles. Tanto en vida, como por su temperamento, se diferenció de casi todos los escritores de su siglo, pues no ocupó altos cargos, ni alcanzó grandes dignidades, ni buscó el favor del público.
En Agudeza y arte del ingenio (1642) ofreció un conjunto de los artificios formales propios del barroco, a partir de ejemplos literarios, pero también de anécdotas, dichos, chistes y gestos. El Discreto (1646) es un tratado cuya finalidad consiste en formar al hombre en sociedad, enseñándole a ser perfecto en todo. El Criticón apareció en tres volúmenes sucesivos (1651, 1653 y 1655), y es una epopeya con un carácter alegórico donde dos personajes, mentor y discípulo, aprenden a través de la experiencia, la picaresca, el desengaño y el pesimismo. Los personajes representan, uno el instinto, el hombre natural, y el otro la razón, el hombre juicioso, en una peregrinación por distintos lugares que se corresponden con la distintas etapas de la vida. En estos últimos años El Criticón ha alcanzado una gran difusión, valorándose su transcendencia y universalidad.
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