Biografía de Vicente Huidobro Fernández





Vicente Huidobro
Entre los grandes poetas experimentadores de la década de 1920 se encuentra el chileno Vicente Huidobro. Fue una figura clave de ese periodo, por su energía, por la firmeza con la que se proclamaba el primer poeta vanguardista y por haber fundado el creacionismo. Según este movimiento literario, el poeta debía crear un poema como la naturaleza crea un árbol.

Vicente Huidobro Fernández (1893-1948), escritor vanguardista chileno, fundador de su propio movimiento poético y defensor entusiasta de la experimentación artística durante el periodo de entreguerras.
Vicente García-Huidobro Fernández nació el 10 de enero de 1893 en Santiago. Creció en el seno de una familia rica y católica; su madre, además, era escritora y recibía en su casa a destacadas personalidades del mundo de la cultura, lo que influyó en su vocación literaria. Después de una primera formación en Europa, confiada a institutrices, ingresó en el colegio de San Ignacio de su ciudad natal. Ya desde pequeño mostró un gran talento literario: escribió sus primeros poemas a los doce años. Siendo aún adolescente, publicó un manifiesto en el que rechazaba toda la poesía anterior a él.
En 1913 estrenó con éxito en Santiago la obra Cuando el amor se vaya, en colaboración con Gabry Rivas, y un año más tarde publicó Las pagodas ocultas, colección de poemas y ensayos que firmó por primera vez con el nombre que empleó posteriormente: Vicente Huidobro. En 1916 se trasladó a París, donde pronto entraría en contacto con la literatura de los poetas surrealistas Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy, junto a los cuales fundaría la revista Nord-Sud. Se distanció poco después del surrealismo, al no aceptar la opinión de que el artista es un mero instrumento revelador de su inconsciente. Del mismo modo, rechazó el futurismo al pensar, con cierta razón, que una vez que las masas se hubieran familiarizado con los hallazgos del mundo moderno, los himnos futuristas a la aeronáutica y a los rascacielos, por ejemplo, perderían gran parte de su valor.
Su respuesta a todos estos movimientos de comienzos del siglo XX fue el creacionismo, una corriente revolucionaria que concebía al poeta como un dios taumaturgo, destinado a crear un nuevo tipo de poesía que compitiera con la naturaleza en lugar de reflejarla. Este concepto constituyó el eje de su obra poética, sembrada de imágenes sorprendentes, de yuxtaposiciones efectistas y de letras y secuencias de palabras de carácter aleatorio. Algunos de sus poemas recuerdan los caligramas de Apollinaire. Fue en 1918, en Madrid, cuando sentó las bases del grupo creacionista.
Respecto a sus últimas obras, existen opiniones muy contrapuestas. Así, mientras algunos críticos literarios afirman que se trata simplemente de la producción, muy poco interesante, de un charlatán empeñado en promover su imagen, otros, en cambio, encuentran en Huidobro la voz de un poeta serio, capaz de expresarse con viveza, humor y gran inventiva, sobre todo en obras como Altazor o el viaje en paracaídas (1931). Fue retratado por Picasso y Juan Gris. Para no pocos, con Gabriela Mistral y Pablo Neruda, constituye la trinidad de la gran poesía chilena. Además de poemas, su producción se completó con novelas (Mío Cid Campeador, 1929; La próxima, 1930; Cagliostro, 1934; Sátiro o el poder de las palabras, 1939), manifiestos, ensayos (Vientos contrarios, 1926) y obras teatrales (Gilles de Rais, en francés, 1932). Escribió su propio epitafio: “Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar”. Se encuentra sepultado en Cartagena (Chile), frente al mar.

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