Biografías famosas: Voltaire
Voltaire
El escritor y filósofo francés Voltaire
está considerado como una de las figuras centrales del movimiento ilustrado del
siglo XVIII, un periodo en el que se insistió sobre el poder de la razón
humana, de la ciencia y del respeto hacia la humanidad. Voltaire opinaba que la
literatura debía servir como instrumento de progreso social. Así, sus hirientes
sátiras y sus escritos filosóficos mostraban su aversión hacia la intolerancia,
la tiranía y la hipocresía del cristianismo, lo cual le procuró constantes
conflictos con las autoridades políticas y religiosas. La expresión captada en
este retrato suyo de 1718 indica inequívocamente su gran sentido del humor.
Voltaire (1694-1778), escritor y
filósofo francés que figura entre los principales representantes de la
Ilustración.
François Marie Atouet nació en
París, el 21 de noviembre de 1694, hijo de un notario y a partir de 1718 adoptó
definitivamente el nombre de Voltaire. Estudió con los jesuitas en el colegio
Louis-le-Grand.
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PRIMEROS ÉXITOS
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Voltaire decidió desde muy joven
emprender una carrera literaria. Comenzó a moverse en los círculos
aristocráticos y pronto fue conocido en todos los salones literarios de París
por su ingenio sarcástico. Varios de sus escritos, especialmente un libelo en el
que acusaba al regente Felipe II, duque de Orleans, de atroces crímenes,
precipitaron su ingreso en la prisión de la Bastilla. Durante los once meses de
encierro completó su primera tragedia, Edipo, basada en la obra homónima
del dramaturgo griego Sófocles, y comenzó un poema épico sobre Enrique IV de
Francia. Edipo se estrenó en el Théâtre-Français en 1718 y fue acogida
con enorme entusiasmo. La obra sobre Enrique IV se imprimió anónimamente en
Génova bajo el título de Poème de la ligue (1723). En su primer poema
filosófico, Los pros y los contras, Voltaire ofrece una elocuente
descripción de su visión anticristiana y su credo deísta de carácter
racionalista.
Tras una disputa con un
miembro de una ilustre familia francesa, Voltaire fue encarcelado por segunda
vez en la Bastilla, pero fue liberado al cabo de dos semanas bajo la promesa de
abandonar Francia y establecerse en Inglaterra. Pasó entonces dos años en
Londres, y no tardó en dominar la lengua inglesa. Con la intención de preparar
al público británico para una edición ampliada de su Poème de la ligue,
Voltaire escribió dos notables ensayos en inglés: uno sobre poesía épica y otro
sobre la historia de las guerras civiles en Francia. Durante algunos años, el
católico y autocrático gobierno francés prohibió la edición ampliada del Poème
de la ligue, que finalmente adoptó el título de La Henriade. La
aprobación para publicarlo llegó en 1728. Esta obra, una elocuente defensa de
la tolerancia religiosa, obtuvo un éxito sin precedentes, no sólo en la Francia
natal de Voltaire, sino en todo el continente europeo.
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POPULARIDAD EN LA CORTE
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En 1728 Voltaire regresó a
Francia. Durante los cuatro años siguientes residió en París y dedicó la mayor
parte de su tiempo a la composición literaria. La principal obra de este
periodo, inspirada en su contacto durante su estancia en Inglaterra con Pope,
Swift, Congreve y Walpole, es Cartas inglesas en 1734, de la que realizó
una nueva edición con el título de Cartas filosóficas en 1737. Se trata
de un ataque encubierto a las instituciones políticas y eclesiásticas francesas
que le causó problemas con las autoridades, y una vez más se vio obligado a
abandonar París. Se refugió entonces en el Château de Cirey, en el ducado
independiente de Lorena. Allí entabló una larga relación sentimental con la
culta aristócrata Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa de
Châtelet, que ejerció sobre él una importante influencia intelectual.
La época de Voltaire en
Cirey en compañía de la marquesa de Châtelet fue un periodo de intensa
actividad literaria. Además de un impresionante número de obras de teatro,
escribió Elementos de la filosofía de Newton, y produjo novelas,
cuentos, sátiras y poemas breves.
Esta estancia se vio interrumpida
en varias ocasiones. Voltaire viajaba con frecuencia a París y Versalles,
donde, gracias a la influencia de la marquesa de Pompadour, la famosa amante de
Luis XV, se convirtió en uno de los favoritos de la corte. En primer lugar fue
nombrado historiador de Francia y más tarde caballero de la Cámara Real.
Finalmente, en 1746, fue elegido miembro de la Academia Francesa (véase Instituto
de Francia). Su Poème de Fontenoy (1745), donde relata la victoria de
los franceses sobre los ingleses durante la Guerra de Sucesión austríaca, y El
siglo de Luis XV, además de otras obras de teatro como La princesa de
Navarra o El triunfo de Trajano, marcaron el inicio de la relación
de Voltaire con la corte de Luis XV.
A la muerte de madame
de Châtelet en 1749, Voltaire aceptó una antigua invitación de Federico II el
Grande para residir de manera permanente en la corte prusiana. Viajó a Berlín
en 1750, pero no permaneció allí más de dos años, pues su ingenio más bien
ácido chocó con el temperamento autocrático del rey y fue la causa de
frecuentes disputas. Durante su estancia en Berlín completó El siglo de Luis
XIV, un estudio histórico sobre el reinado de ese monarca (1638-1715).
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ATAQUES A LA RELIGIÓN
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Por espacio de algunos años
Voltaire llevó una existencia itinerante, pero finalmente se estableció en
Ferney, en 1758, donde pasó los últimos veinte años de su vida. En el intervalo
comprendido entre su regreso de Berlín y su establecimiento en Ferney, terminó
su obra más ambiciosa, el Ensayo sobre la historia general y sobre las
costumbres y el carácter de las naciones (1756). Esta obra, que no es otra
cosa que un estudio del progreso humano, censura el supernaturalismo y denuncia
la religión y el poder del clero, si bien afirma su creencia en Dios.
Una vez establecido en
Ferney, Voltaire escribió varios poemas filosóficos, como El desastre de
Lisboa (1756), sobre el tremendo terremoto que asoló la ciudad en 1755,
varias novelas satíricas y filosóficas, entre las que cabe destacar Cándido
(1759), la tragedia Tancredo (1760) y el Diccionario filosófico
(1764). Desde la seguridad que le proporcionaba su retiro, lanzó cientos de
panfletos en los que satirizaba los abusos del poder. Quienes eran perseguidos
por sus creencias encontraron en Voltaire un elocuente y poderoso defensor. El
talante de sus actividades podría resumirse en una frase que el propio autor
empleaba muy a menudo: écrasons l’infâme (‘aplastemos al infame’). Con
esta frase se refería a cualquier forma de religión que persigue a quienes no la
profesan, que practica el fanatismo. Oponía el deísmo, una religión puramente
racional, a la religión cristiana. En Cándido, Voltaire analiza el
problema del mal en el mundo y describe las atrocidades cometidas a lo largo de
la historia en nombre de la Religión. Voltaire murió el 30 de mayo de 1778 en
París.
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CRÍTICA
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El carácter contradictorio de
Voltaire se refleja tanto en sus escritos como en las opiniones de otros.
Parecía capaz de situarse en los dos polos de cualquier debate, y en opinión de
algunos de sus contemporáneos era poco fiable, avaricioso y sarcástico. Para
otros, sin embargo, era un hombre generoso, entusiasta y sentimental.
Esencialmente, rechazó todo lo que fuera irracional e incomprensible y animó a
sus contemporáneos a luchar activamente contra la intolerancia, la tiranía y la
superstición. Su moral estaba fundada en la creencia en la libertad de
pensamiento y el respeto a todos los individuos, y sostuvo que la literatura
debía ocuparse de los problemas de su tiempo. Estas opiniones convirtieron a
Voltaire en una figura clave del movimiento filosófico del siglo XVIII
ejemplificado en los escritores de la famosa Enciclopedia francesa. Su defensa
de una literatura comprometida con los problemas sociales hace que Voltaire sea
considerado como un predecesor de escritores del siglo XX como Jean-Paul Sartre
y otros existencialistas franceses.
Todas las obras de Voltaire
contienen pasajes memorables que se distinguen por su elegancia, su perspicacia
y su ingenio. Sin embargo, su poesía y sus obras dramáticas abusan a menudo de
un exceso de atención a la cuestión histórica y a la propaganda filosófica.
Cabe destacar, entre otras, las tragedias Brutus (1730), Zaire
(1732), Alzire (1736), Mahoma o el fanatismo (1741), y Mérope
(1743); el romance filosófico Zadig (1747); el poema filosófico Discurso
sobre el hombre (1738); y el estudio histórico Carlos XII (1730).
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