Cuando Enrique IV fue asesinado subió al trono de Francia su hijo Luis XIII, de 8 años de edad. Su madre, María de Médicis, regente del reino, entregó entonces el poder a un aventurero florentino, Concino Conifini. Éste introdujo cambios en el gobierno: destituyó a los colaboradores de Enrique IV e inició una desastrosa política económica y administrativa. La nobleza, por su parte, sujeta al absolutismo del monarca anterior, recuperó su influencia e impuso sus privilegios.
En 1614, los Estados Generales, convocados para tratar la situación financiera, no lograron la solución esperada, pues cada estamento -nobleza, clero y burguesfa- abogó por sus propios derechos, desentendiéndose de la situación nacional.
Finalmente, la regente optó por disolverlos.
María de Médicis procuró un acercamiento con España; casó a Luis XIII con Ana de Austria, hija de Felipe III. Con ello procuraba abandonar la política anti-Habsburgo de Enrique IV.
En 1617 la influencia de Concini decayó, y el rey lo reemplazó por el duque de Luynes. El aventurero italiano murió asesinado y María de Médicis fue desterrada. La situación política, sin embargo, no sufrió variaciones.
RICHELIEU: EL PRESTIGIO DE LA MONARQUIA
Armando Juan Du Plessis, duque de Richelieu, tuvo una destacada actuación en la reunión de los Estados Generales. Como consecuencia de ello, Concini y María de Médicis lograron atraerlo hacia su círculo.
Con el advenimiento del duque de Luynes, Richelieu, prudentemente, permaneció en su obispado de Lupon, pero cuando aquél falleció reapareció otra vez en la escena política.
LA POLITICA DE RICHELIEU
-Contra la mala administración
Privó al Parlamento de toda intervención política. Centralizó el gobierno a a través de las intendencias, al frente de las cuales colocó a miembros de la burguesía. Se disciplinó la recaudación impositiva y se enriquecieron las arcas reales.
-Contra Los Nobles:
Apeló a todos los medios para someter a la nobleza a la autoridad real, ajustició renombrados personajes, demolió castillos, cercenó privilegios feudales y persiguió a miembros de la familia real.
- Contra los hugonotes
El Edicto de Nantes otorgó a los hugonotes la posibilidad de agruparse políticamente. Richelleu reaccionó contra los privilegios acordados: redujo la fortaleza de La Rochela y sometió por la fuerza a todos los protestantes. En 1629 les
concedió la Gracia de Alais, por la cual sólo les reconoció la libertad religiosa, quitándoles los privilegios políticos, civlies y militares.
María de Médicis volvió a la corte, y Richelieu se desempeñó en el Consejo Real (16?4). Ganó así la confianza del rey y paulatinamente se convirtió en su primer ministro. A partir de entonces, su influencia fue cada vez mayor. Designado Cardenal, y con todo el poder en sus manos, delineó pacientemente una política orientada a recuperar los perdidos prestigios de la monarquía, tanto en el orden interno como en el externo. En su Testamento político, Richeiieu resumió a sí su labor:
"Prometí a Vuestra Majestad emplear toda mi industria y toda la autoridad que le placiera darme para arruinar al partido hugonote, abatir el orgullo de los grandes, reducir a sus s ditos todos a su deber y levantar su nombre entre las naciones extranjeras al punto en que debería estar. . ." *
POLITICA EXTERIOR: LAS FRONTERAS NATURALES
Richelieu concibió una Francia extendida desde los Pirineos hasta los Alpes y el Rín.
En su Testamento político expresó: "El objeto de mi ministerio ha sido devolver a la Galia las fronteras que le ha destinado la naturaleza, identificar la Galia con Francia y restablecer la nueva Galla donde quiera que ha estado la antigua . .
Su política exterior se orientó a enfrentar a los Habsburgo -españoles y alemanes-, cuyos dominios rodeaban a Francia.
Con tal fin intervino en la Guerra de los Treínta Años, en la que no vaciló en aliarse con los protestantes para lograr sus objetivos. "Azote de la Casa de Austria" fue el nombre con que lo distinguió un contemporáneo.
Luis XIII lo sostuvo sin vacilar y el programa de Richelieu se cumplió sin interrupciones: en 1642, al producirse su muerte, había logrado su cometido: abatió el orgullo español, domó a los hugonotes, sometió a la nobleza y consagró la autoridad y el prestigio de la monarquía.
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